Este parece ser el sitio.
Finalmente me encuentro frente a una grandiosa puerta de hierro y madera de aspecto antiguo y algo siniestro, finamente decorada con una oxidada aun que elegante y llamativa, pero no menos perturbadora aldaba con forma de mano que resulta aún más inquietante.
- Aquí debe ser…
Tomo aire para intentar aliviar un poco mi inquietud y prosigo a desenvolver un arrugado y desgastado papelito que saco del bolsillo izquierdo de mi abrigo, para confirmar la dirección.
- Supongo que es aquí… bien, no me queda de otra.
Golpeo tres veces con la aldaba; al no recibir respuesta alguna, comienzo a inquietarme un poco, así que me vuelvo para comprobar que no haya nadie detrás de mí, una vez hecho esto y al no percibir ni a un alma que transite siquiera por aquella oscura y brumosa calle, consigo tranquilizarme ligeramente y decido enfocar una vez más mi mirada hacia aquella sombría e imponente puerta que se alzaba amenazadoramente delante de mí y al hacerlo, para mi asombro descubro que había a lado una campanilla que prontamente me dispongo a hacer sonar.
- ¡Dios!, si sigo siendo tan descuidada como se supone que…
Pero justo antes de concluir mis palabras, la puerta se entre abre delante de mí con un sonoro ruido, para revelar el rostro de un hombre que por unos instantes pareció sorprendido al verme; ciertamente el encontrarme allí, como quien encuentra un bebé abandonado en el umbral de su puerta era algo que no se lo esperaba, un parpadeo en sus ojos lo delató, pero pronto recuperó la compostura y me dirigió la palabra.
Entre tanto me formulé una nota mental: “Además, realmente necesito dejar de hablar para mí misma sobre los planes”.
Dexter Willoughby escribió:- Viene para cubrir el puesto de asistenta?...
Dentro de mi perturbada y loca cabecita resonó con gran magnitud la palabra “asistenta”, pero aún así me contuve el dejar escapar palabra alguna que me delatara, además de dejar ver una mueca de disgusto dibujarse en mis labios.
“Para mí consuelo por lo menos ya tengo una forma de infiltrarme” - pensé.
Algo desorientada, tuve que reventar mi burbuja al percatarme de aquél rostro que me contemplaba expectante con algo de suspicacia reflejada en su mirada y me apresuro a responderle.
- Sí, ese es el afán que me ha conducido hasta aquí y me ha impulsado a llamar insistentemente a vuestra puerta; espero sinceramente mi llegada no haya sido inoportuna, en verdad lamento el haber demorado un poco, pero tuve algunos ligeros contratiempos que se me presentaron en el camino, mi estimado señor.
Respondí revelando una sínica y leve sonrisa, haciendo uso de mis habilidades verbales y de actuación, después de haber ganado algo de confianza, pero aun seguía sin bajar la guardia.
Dexter Willoughby escribió:- La esperábamos pacientemente, la última duró mas bien poco, digamos que... entró en una sala donde no debía entrar…
Lo siguiente que más me interesó del dialogo de aquél aparentemente gentil, aun que ligeramente inquietante caballero fue: “entró en una sala donde no debía entrar” y entonces pensé que debía ser más que precavida y esforzarme todavía mucho más; quizás aquello no había sido una especie de broma para “la nueva”, si no, más bien una clara sentencia ó amenaza que me fue otorgada a modo de una burlona indirecta y al cruzar por aquella puerta me esperaría el incierto pero sin duda amargo y cruel destino que deben sufrir los espías, curiosos y todos aquellos que se atreven a irrumpir en aquél edificio sin ser propiamente invitados, la confianza que había adquirido hasta el momento comenzó a descender velozmente.
Me vino entonces un sobrecogimiento que no pude contener, a causa de mis pesimistas pensamientos y lo que le siguió de las desalentadoras palabras de aquél hombre, que consiguieron acrecentarlos hasta detonar algo de mi paranoia, más a medias logré disimularlo abrazándome a mí mi misma a modo de aparentar estar arropándome con la negra capa con capucha que portaba por encima de mi ligero abrigo del mismo color a modo de un vulgar y simple, pero útil disfraz.
El desconocido, perturbador, y ahora mordaz y/ó bromista personaje se percató de mi gesto, finalizó su diabólica y desmoralizante diatriba para amablemente invitarme a entrar.
Dexter Willoughby escribió:pase señorita, pase aquí afuera refresca.
Prosiguió con un tono de voz amistoso, entre tanto yo lo miré por unos instantes a los ojos fijamente.
Lo que sea que fuese que me aguardara allí dentro y lo que sería de mí una vez consiguiera cruzar el dintel de aquella puerta, no podría ser peor que lo que seguramente me ocurriría si no lo hacía; había conseguido llegar demasiado lejos sin ser atrapada como para darme media vuelta y echar a correr como un caballo desbocado hasta perderme entre las sombras de la noche, era esto ó el terror nocturno, tomé mi decisión ó ¿en verdad tenía opción?, así que entré sin mirar atrás.
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¡Baya bienvenida!, muy original este recibimiento, ¡muchas gracias!.
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