18 de abril de 1927, 21:52
Sala Egipcia del Neues Museum
Berlín, República de WeimarHerr Diermissen y el Profesor Müller avanzan entre la gente, que se ha agolpado para contemplar el peculiar y extraño efecto. Algunos -los que están en segunda línea- escuchan las palabras del explorador y se abren para dejar paso. Pero los que están enfrente miran ensimismados y boquiabiertos las chispas verde-azuladas que flotan tras el sarcófago. La luz que emite el efecto fotoeléctrico dota a la antigüedad egipcia de un efecto de halo misterioso y -porqué no decirlo- aterrador.
Mientras, el Director Wemhoff, herr Katsner y el Doctor Zweig permanecen en segundo plano. Tras ellos, intenta sacar la cabeza el Profesor Kahlfuss, algo más tranquilo al comprobar que la inesperada energía chispeante no afectaba a ninguna de sus piezas.
Entonces, de repente, sucedió lo inesperado y el terror y el pánico volvieron a adueñarse de las salas de Neues Museum...
La misteriosa energía eléctrica, que chispea mientras flota en el aire, sigue aumentando de tamaño hasta superar el volumen del propio sarcófago. Llegado a este punto, parece emergen de la pieza, como si quisiera escaparse de ella y, como si estuviera viva, ¡¡se abalanza sobre uno de los espectadores de la exposición!!
El hombre, que inicialmente pone cara de sorprendido, ¡empieza a chillar de dolor! La gente que está a su alrededor contempla, horrorizada, como este empieza a calcinarse en vida, quemándose su piel, cabellos, ropa, ojos, carne... ¡en medio de un desgarrador grito de inhumana agonía!
El cuerpo del hombre, en apenas un par de segundos que se hacen eternos, queda carbonizado ante los ojos de todos los presentes, y su vida expira en un simple acallado jadeo al fin de su chillido. No hay llamas, no hay una ola de calor que indique que algo se ha quemado. Sólo un afilado frío que aprieta el corazón de todos los espectadores.
Es entonces, cuando el marchito cuerpo ha quedado sin ropas, ni tejidos, ni carne, delgado sólo con la osamenta y que flota incomprensiblemente a unos treinta centímetros del suelo... la misteriosa energía de chispas verde-azuladas se desvanece, con lo que la delgada masa inerte cae y choca contra el suelo y se pliega sobre si misma quedando simplemente un montón de residuos inertes astillados y fragmentados.
Todo el mundo está quieto y aterradoramente sorprendido, mirando las cenizas carbonizadas totalmente paralizados... hasta que una mujer entre ellos chilla con todo su horrorizado ímpetu ante la espeluznante y sobrecogedora escena que acaban de contemplar.
[*] Y gracias al grito todos los presentes salen de su letargo y recuperan, de repente, su raciocinio y su capacidad de actuar.
Y justamente por esta última razón, los espectadores que habían contemplado la carbonización en vida de un ser humano en la sala egipcia,
huyen presos del pánico hacia la salida del Museo.
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[*] Notas Guardián:Tirada de Cordura = 60 < 100 [FALLO] --- Adler Diermissen ------- pierde 3 puntos de Cordura ~ huye junto al resto de la gente
Tirada de Cordura = 67 > 66 [ÉXITO] --- Egmund Müller ------------ pierde 1 punto de Cordura
Tirada de Cordura = 60 < 64 [FALLO] --- Bruno Katsner ------------- pierde 4 puntos de Cordura ~ huye junto al resto de la gente
Tirada de Cordura = 69 > 53 [ÉXITO] --- Heinrich Zweig ------------- pierde 1 punto de Cordura
El Director Wemhoff y el Profesor Kahlfuss pierden 1 punto de Cordura pero no huyen.