18 de abril de 1927, 22:37
Sala Egipcia del Neues Museum
Berlín, República de WeimarPasan los segundos. Pronto medio minuto. Y a continuación un minuto entero.
Todos están expectantes. Incluso Adler toma la iniciativa de lanzar una broma a los que les rodean, y consigue arrancarles unas risas.
Pero el tiempo sigue pasando.
Llevan dos minutos y ahí no pasa nada. Pero entonces, cuando ya deberían sentir alguna señal de sus compañeros (¿qué tiraran de la cuerda por ejemplo?) sucede algo inesperadamente previsible...
¡¡El agujero empieza a moverse hacia la sala principal!!
Y no poco trecho, sino más de tres metros. Adler pierde el equilibrio cuando la cuerda se estira, pues esta sigue en el interior del agujero pero un fragmento de ésta va quedando fuera y saliendo y se tensa inclinada desde la mancha hasta las manos del explorador, pero no cae al suelo porqué el Profesor Müller consigue sostenerle en el último instante.
¿Quizás sus compañeros en el sótano la están estirando? Adler no nota fuerza en la cuerda, sencillamente el agujero se está moviendo. ¿O es que quizás los sentidos le están jugando una mala pasada?
Siguen el recorrido del agujero sosteniendo la cuerda, quizás inútilmente, mientras este avanza una decena de metros hacia el exterior de la sala egípcia, hasta justo debajo del umbral que forman un par de columnas y una biga decorativa que cuelga del techo. Y ahí la mancha se detiene, debajo de dicho umbral y delante de el par de escalones que ascienden de la sala principal de exposición hasta la estancia dedicada a las piezas del antiguo Egipto.