Bruno KatsnerDiletante prusianoEl diletante se había quedado helado, al ver todos esos seres grotesco su mente se desconectó del mundo real y decidió que lo mejor sería quedarse congelado como un iceberg.
Ese fue el mecanismo de defensa de su mente, quizás si se convirtiera en un silencioso e inmóvil bloque de hielo los seres no se percatarían de su presencia.
Poco a poco
Bruno fue recuperando el control de su cuerpo, y al ver que sus valientes compañeros empezaron a plantar cara a sus agresores volvió al mundo real.
Debía ayudarles, mientras más fueran más probabilidades tendrían de ganar esta batalla con los demonios que les habían atormentado durante toda la jornada.
Vio como
Adler se lanzaba sobre el conserje para intentar sujetarlo y a
Muller acercarsele para ayudarle si se diera el caso. Aquellos bichos perrunos no hacían más que lanzar miradas asesinas hacía sus compañeros.
En cambio
Zweig se lanzaba solo contra los seres parecidos a ranas gigantes, una temeridad sin lugar a dudas. Pero Bruno decidió que no dejaría a
Zweig a su suerte; 2 para 2, era lo más justo.
El dilente se corrió presto junto a
Zweig a hacer frente a los ladrones del ídolo, y al llegar a su lado lo entendió. Las intenciones del anticuario eran arrebatarles la figura.
Qué querían hacer con ella era un misterio, pero estaba seguro que no debían llevársela consigo y que tenían impedirlo a toda costa.