Sectarios: Foro de la Llamada de Cthulhu

Bruno Katsner
Diletante prusiano

Escaleras Neues Museum escribió: Dando vistazos rápidos herr Kastner no logra ver ninguna ventana accesible. Todas son altas y con objetos (esculturas, cuadros, expositores, ...) [...] no encontrar un punto de lanzamiento óptimo no puede evitar mirar escaleras abajo[...]

* Maldita sea, ¡no hay ventanas por donde tirar la estatuilla! Debo buscar otra solución...*

Bruno comienza a dudar, a mirar a izquierda y derecha buscando qué hacer. Y en un momento de lucidez le viene una idea a la cabeza. Se gira hacia la escalera por donde a subido, viendo como el Doctor Zweig le está alcanzando, con Adler Diermissen y uno de los seres corriendo detrás. Con un ademán decidido lanza la estatuilla por el hueco de la escalera con la esperanza de que la altura sea suficiente para destruirla y que no caiga en manos de esos diablos.

18 de abril de 1927, 23:06
Escaleras del vestíbulo principal del Neues Museum, segunda planta
Berlín, República de Weimar

Bruno Kastner escribió: Con un ademán decidido lanza la estatuilla por el hueco de la escalera con la esperanza de que la altura sea suficiente para destruirla y que no caiga en manos de esos diablos.

La pieza sale con fuerza del brazo del noble prusiano...

El profundo, a medio subir las escaleras, frena de golpe mientras sigue con la mirada el vuelo de la pieza...

La figura vuela en dirección al suelo...

El batracio flexiona las piernas sobre sus poderosos cuartos traseros, cual rana, y se impulsa hacia el aire...

Mientras la pequeña escultura gira sobre si misma, precipitándose irremisiblemente hacia el suelo por el impulso de lanzamiento y la fuerza de gravedad, la mano del ser desconocido se estira junto a su brazo y todo su cuerpo, con sus dedos palmeados bien abiertos para abarcar el máximo espacio...

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Egmund Müller
Profesor de Historia

Müller se detiene en seco al presenciar la escena que se desarrolla ante sí. Aunque resulta imposible, su mente procesa lo que transmiten sus ojos en una suerte de cámara lenta. La estatuilla cayendo, el ser anfibio lanzándose a por ella estirándose cuan largo es, las caras de expectación de sus compañeros... Incluso él mismo se siente moviéndose a una velocidad varias revoluciones por debajo de lo normal.

Desde donde está, sigue con la mirada el vuelo de la escultura. A ser él quien se encuentra en una posición más cercana al punto del posible impacto, piensa en recogerla en el caso de ésta no se rompa ni sea atrapada por el ser.

Ser desconocido
Anfibio de voz profunda


Salta con todas sus fuerzas y se estira hasta lo que sus huesos, articulaciones y tendones de su cuerpo anfibio se lo permiten...

Sus dedos, terminados en uñas curvadas de oscuro azabache, consiguen alcanzar la parte inferior de la pieza por su base...

Pero la pieza va cayendo dando vueltas...

... pero justo en el momento en el que quiere cerrar la mano y sujetarla la escultura sigue girando y se desliza fuera de los dedos palmeados del profundo...

La escultura sigue precipitándose y cuando llega contra los escalones, choca y... estalla en mil y un pedazos...

El profundo consigue rectificar su posición en la caída y poner los pies por delante. Aterriza sobre sus pies, dobla las rodillas, pero del potente golpe al aterrizar rompe el mármol de las escaleras, que estalla en mil pedazos.

Adler Diermissen
Explorador y aventurero

El profundo consigue rectificar su posición en la caída y poner los pies por delante. Aterriza sobre sus pies, dobla las rodillas, pero del potente golpe la piedra de las escaleras estalla en mil pedazos.

Atónito veo como un golpe que sería capaz de romper las piernas de cualquier persona... acaba rompiendo el... el mármol.

* ¿Es que estas bestias no están hechas de la misma carne que nosotros? *

¿Que hará ahora? Se irá ahora que el objeto que ha venido a buscar ha desaparecido? ¿nos atacará? ¿O volveremos a ver algo más allá de lo imaginable?

Poco a poco, comienzo a subir las escaleras... temeroso.

Heinrich Zweig
Arqueólogo y anticuario

Había contenido el aliento como los demás al ver a Bruno tirar la estatuilla y el salto de aquel ser imposible... que por suerte no había conseguido su propósito. El estruendo y los restos de mármol que hizo volar en todas direcciones hizo que diera varios pasos atrás de forma inconsciente. ¿Cómo era posible aquello? Tendría que haberse roto los tobillos o los huesos ante semejante caída y sin embargo parecía en perfecta forma.

Heinrich devolvió su atención a Bruno y se acercó a su posición sin perder de vista a aquel bicho inmenso.

- Está hecho, será mejor que nos larguemos de aquí, no creo que estén muy contentos con lo que ha ocurrido y ya no tienen ninguna razón para dejar testigos... o eso creo. -

Bruno Katsner
Diletante prusiano

Dantrag escribió:Heinrich devolvió su atención a Bruno y se acercó a su posición sin perder de vista a aquel bicho inmenso.

- Está hecho, será mejor que nos larguemos de aquí, no creo que estén muy contentos con lo que ha ocurrido y ya no tienen ninguna razón para dejar testigos... o eso creo. -

Bruno mira con satisfacción cómo la estatuilla estalla al tocar el suelo, pero su sonrisa se borra de la carra al ver el aterrizaje del batracio. No parece que les haya hecho gracia la jugada de romper el ídolo.

- Estoy de acuerdo con usted, Heinrich. Largémonos de aquí. ¡Señores! ¡Es momento de huir! -

Egmund Müller
Profesor de Historia


Un cierto alivio se apodera de Müller al ver que la estatuilla se hace añicos. Al menos algo se ha conseguido, aunque no puede evitar afligirse un tanto al pensar que ya nunca podrá tener la oportunidad de estudiar tan curioso objeto.

Estos pensamientos se desvanecen sin embargo al percatarse de que él es la persona más próxima al posiblemente molesto ser anfibio. Tras echar una mirada atrás para ver si el director del museo le sigue y, sobre todo, si la pareja de la criatura se encuentra por las proximidades, pues no quiere verse sorprendido por la espalda.

Cauto, pero sin pausa, comienza a subir las escaleras para unirse al resto del grupo.

18 de abril de 1927, 23:06
Exterior del Neues Museum
Berlín, República de Weimar


Matthias Wemhoff sale corriendo, al límite de caer por las escaleras en un par de ocasiones, y tras adentrarse una decena de metros en la plaza exterior del Neues Museum se para y echa la vista atrás. Se dobla sobre su cintura: los flatos le cortan la respiración.

El Director Wemhoff ha escuchado ruidos a sus espaldas... ¿Algo que se rompía? y luego... ¿algo que había estallado? Todo era muy confuso ahora mismo... Y lo único que deseaba era salir de allí [el Museo] y olvidar las pesadillas que había visto esa noche... El hombre, muy afectado por este último pensamiento, se llevó las manos a la cabeza y se apretó la mente: quería olvidar todo lo que sus ojos habían contemplado... deseaba con todas sus fuerzas que todo eso no hubiera existido, ¡que nunca hubiera pasado!

La respiración entrecortada todavía era muy fuerte y Matthias Wemhoff cayó arrodillado en el suelo.

Y entonces...

Herr Wemhoff escuchó un ruido: eran pitidos [de silbatos] de alarma...

¿La policía?

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Vista exterior desde el río Spree


Fachada exterior del Neues Museum

18 de abril de 1927, 23:08
Escaleras del vestíbulo principal del Neues Museum, segunda planta
Berlín, República de Weimar


El batracio se levanta lentamente. Su mirada está centrada en la pieza destruida...

Está tan concentrado con los restos de la escultura que no escucha los pasos del humano que sube por las escaleras.

Finalmente, tras unos segundos muy largos, levanta la cabeza y lanza una mirada hacia la posición de Bruno Kastner y Heinrich Zweig en el piso superior. Sus ojos están llenos de oscuridad, odio y maldad. Son dos pozos de negrura...

Pero entonces se empiezan a escuchar pitidos de silbatos y el ser, advertido de la llegada de más humanos, mira hacia delante y empieza a subir las escaleras hasta llegar al primer rellano y se adentra hacia la sala de exposiciones...

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