Fecha: Indeterminada ; Hora: Noche
Lugar: Desconocido
Localización: una Incógnita
- Escuchas un lejano zumbido que parece clavarse como una aguja en tu mente...
Te despiertas.
Te despiertas y notas rápidamente como estás en una posición de lo más incómoda:
Estás tendido en el suelo, arrodillado pero con la cabeza aplastada contra el suelo y mirando a un lado... Notas como llevas babeando desde hace [mucho] rato el piso, que está acolchado, como si fuera un sofá de cuero. Levantas la mirada y... las paredes también están acolchadas... ¡Al igual que el techo!
Vas a levantarte y...
- ¡Llevas una camisa de fuerza!
No entiendes nada... ¿Por qué estás aquí? y... ¿Donde estás? Con mucho esfuerzo consigues incorporarte ligeramente y sentarte en el suelo acolchado. [Se está cómodo... si no te duermes en una posición contorsionista claro...] Miras y sólo ves una entrada de luz: la que se cuela por una pequeñita ventana en una de las paredes. Te fijas bien y notas como en esa zona la junta de las colchas de la pared es un poco más gruesa. El punto donde está la pequeña ventana es una puerta.
- [¡Mil millares de diablos! ¿Por qué estoy aquí?]
Intentas desembarazarte de la camisa de fuerza pero fracasas estrepitosamente. No te sujeta muy prieto, pero por ahora no puedes quitártela por mucho que te revuelves.
Miras torpemente hacia la puerta y te parece ver una sombra que se mueve tras el cristal.
- Gritas. Vuelves a gritar. Pero nadie responde a tu llamada...
Te sientes frustrado y confuso. Es entonces, como si de un flechazo se tratara, te das cuenta de una certeza aterradora
- No recuerdas tu nombre...
Miras confuso de nuevo por la sala acolchada, buscando algo que se te hubiera pasado por alto... Pero no...
- * ¿Qué...? ¿qué...? yo... *
La confusión es cada vez mayor, y el pavor ante la situación se hace casi insufrible.
* ¿Quien soy? ¿Qué hago yo en este sitio? *
- Quieres concentrarte pero no puedes. Y no es la ansiedad... Te duele horrores la cabeza.
Ese maldito zumbido...