Contad que la intención de la película es buena. Entre otros detalles, sirve de homenaje dedicado a Jesús Franco, excelso director de cine (Killer Barbies, La Matanza Caníbal de los Garrulos Lisérgicos, y cientos de películas de bajo presupuesto entremezcladas con algunas maravillas -llegó a dirigir a Christopher Lee y Klaus Kinsky en un Drácula magnífico-), el cual llega a hacer un cameo; es esa especie de profesor Miyagi que da un discurso a los surferos católicos a pie de playa.
Lo dicho; quien sólo acepte cine de calidad, que no la vea. Quien tenga una amplitud de miras más distendida, o se deleite con las rarezas a propósito bizarras, disfrutará un rato. Por cierto, es como las películas porno; no hace falta verla entera.