EL CLUB LOVECRAFT

Autor: Antonio Lázaro
Editorial: Martínez Roca (Novela; 2007)
Con un título sujeto a la fórmula casi matemática 'El Club X', siendo X el nombre de un/a famos@ persona o personaje (Dante, Dumas, etcétera), aparece por fin Lovecraft en la variable. Tuve mis reticencias antes de adquirir el libro, pero digo ya, y disipo posibles temores, que ha valido la pena.
Lejos de ser un mamotreto aspirante a colarse en las hot lists de turno, me encuentro ante un fresco entremés de 300 páginas que va directo a la yugular; pocas pero sugestivas visiones de un Toledo que en su descripción recuerda el estilo del Umberto Eco de El Péndulo de Foucault, pero sin su farragosidad gratuita (parece que Antonio esté presente en todos los lugares que fotografía con las palabras); personajes que son una mezcla entre el Woody Allen de su etapa acomplejada y un Alex de la Iglesia a pleno rendimiento en El Día de la Bestia; y un inesperado ritmo de acción tan magistral y ágil como el del Andreu Martín de El Cau dels Mil Dimonis.
No me extraña que este (hasta ahora, para mí) desconocido escritor se haya embolsado ya un premio 'Don Quijote'. Lo mejor de esto es que, pese a lo dicho en positivo de este volumen, se adivina que Antonio Lázaro es capaz de bastante más, así que habrá que estar atento a sus pasos.
No voy a entrometerme en la trama mucho más de lo necesario, salvo para señalar que el título no es un decorativo reclamo de ventas. Antonio Lázaro centra en Toledo una asfixiante búsqueda terminal de cierto tomo que el mismo maestro de Providence situó allí, incapaz de adivinar que un autóctono nos brindara una secuela semejante, más digna que muchos de los intentos de calco que sus directos pupilos intentaron perpetrar.
Feliz lectura.
Editorial: Martínez Roca (Novela; 2007)
Con un título sujeto a la fórmula casi matemática 'El Club X', siendo X el nombre de un/a famos@ persona o personaje (Dante, Dumas, etcétera), aparece por fin Lovecraft en la variable. Tuve mis reticencias antes de adquirir el libro, pero digo ya, y disipo posibles temores, que ha valido la pena.
Lejos de ser un mamotreto aspirante a colarse en las hot lists de turno, me encuentro ante un fresco entremés de 300 páginas que va directo a la yugular; pocas pero sugestivas visiones de un Toledo que en su descripción recuerda el estilo del Umberto Eco de El Péndulo de Foucault, pero sin su farragosidad gratuita (parece que Antonio esté presente en todos los lugares que fotografía con las palabras); personajes que son una mezcla entre el Woody Allen de su etapa acomplejada y un Alex de la Iglesia a pleno rendimiento en El Día de la Bestia; y un inesperado ritmo de acción tan magistral y ágil como el del Andreu Martín de El Cau dels Mil Dimonis.
No me extraña que este (hasta ahora, para mí) desconocido escritor se haya embolsado ya un premio 'Don Quijote'. Lo mejor de esto es que, pese a lo dicho en positivo de este volumen, se adivina que Antonio Lázaro es capaz de bastante más, así que habrá que estar atento a sus pasos.
No voy a entrometerme en la trama mucho más de lo necesario, salvo para señalar que el título no es un decorativo reclamo de ventas. Antonio Lázaro centra en Toledo una asfixiante búsqueda terminal de cierto tomo que el mismo maestro de Providence situó allí, incapaz de adivinar que un autóctono nos brindara una secuela semejante, más digna que muchos de los intentos de calco que sus directos pupilos intentaron perpetrar.
Feliz lectura.