HISTORIAS ESCOCESAS

Autor: R. L. Stevenson
Editorial: Valdemar
Colección: El Club Diógenes
Una auténtica maravilla que debería entrar a formar parte de las habituales listas de precedentes de los mitos, y con sobrada solera. Al autor no hace falta descubrirlo, pero esta pequeña compilación de cinco relatos nos ha pasado desapercibida a buen seguro a mucha gente.
El Ladrón de Cadáveres: Tan escalofriante como pudiera serlo cualquier capítulo de Herbert West, pero con el sórdido agravante de un ambiente más denso y un palpable realismo (nada recargado, cosa que hay que agradecer) que hace mantener la tensión de una aventura, pese a que la forma del relato es proto-gótica. Lo que estos dos estudiantes de medicina llegan a hacer para abastecer el almacén de la clase de anatomía va mucho más allá de lo que sugiere el título.
Janet la Torcida: El sombrío y severo párroco de un poblado obliga a una anciana acosada por la multitud del vecindario a demostrar que ella es una mujer normal, renunciando al Diablo en público y sin tapujos. Así lo hace Janet, pero a partir de ese momento, lejos de evitarse los recelos de los paisanos, su actitud y hasta su mismo físico van sufriendo una extraña mutación.
Los Hombres Dichosos: Contra toda intuición, éste es el nombre propio de la resaca que se forma en torno a los arrecifes que rodean a los acantilados de una casi deshabitada población costera (precedente indudable del Arrecife del Diablo), en donde un viejo que actúa como si hubiera perdido el oremus espera impaciente, entre trago y trago, a que las embarcaciones naufraguen frente a la costa con un febril morbo.
El Sótano de la Plaga: Brevísimo relato de un intento de purga de una estancia maldita la cual, quien la ha pisado, se ha contagiado de una enfermedad que ya había dejado de ser endémica en el siglo XVII, momento de los hechos.
El Pabellón de los Links: Genial historia sobre la ambigua y forzosa amistad de dos misántropos. Uno de ellos, años después de un agrio enfrentamiento entre ambos, se ve en la disyuntiva de intentar ayudar al otro en un momento de infortunio, cuando está acosado en un agreste paraje por unos extraños mafiosos foráneos.
Editorial: Valdemar
Colección: El Club Diógenes
Una auténtica maravilla que debería entrar a formar parte de las habituales listas de precedentes de los mitos, y con sobrada solera. Al autor no hace falta descubrirlo, pero esta pequeña compilación de cinco relatos nos ha pasado desapercibida a buen seguro a mucha gente.
El Ladrón de Cadáveres: Tan escalofriante como pudiera serlo cualquier capítulo de Herbert West, pero con el sórdido agravante de un ambiente más denso y un palpable realismo (nada recargado, cosa que hay que agradecer) que hace mantener la tensión de una aventura, pese a que la forma del relato es proto-gótica. Lo que estos dos estudiantes de medicina llegan a hacer para abastecer el almacén de la clase de anatomía va mucho más allá de lo que sugiere el título.
Janet la Torcida: El sombrío y severo párroco de un poblado obliga a una anciana acosada por la multitud del vecindario a demostrar que ella es una mujer normal, renunciando al Diablo en público y sin tapujos. Así lo hace Janet, pero a partir de ese momento, lejos de evitarse los recelos de los paisanos, su actitud y hasta su mismo físico van sufriendo una extraña mutación.
Los Hombres Dichosos: Contra toda intuición, éste es el nombre propio de la resaca que se forma en torno a los arrecifes que rodean a los acantilados de una casi deshabitada población costera (precedente indudable del Arrecife del Diablo), en donde un viejo que actúa como si hubiera perdido el oremus espera impaciente, entre trago y trago, a que las embarcaciones naufraguen frente a la costa con un febril morbo.
El Sótano de la Plaga: Brevísimo relato de un intento de purga de una estancia maldita la cual, quien la ha pisado, se ha contagiado de una enfermedad que ya había dejado de ser endémica en el siglo XVII, momento de los hechos.
El Pabellón de los Links: Genial historia sobre la ambigua y forzosa amistad de dos misántropos. Uno de ellos, años después de un agrio enfrentamiento entre ambos, se ve en la disyuntiva de intentar ayudar al otro en un momento de infortunio, cuando está acosado en un agreste paraje por unos extraños mafiosos foráneos.