[CthulhuTech]Relato introductorio

La Guerra del Eon ha comenzado.

[CthulhuTech]Relato introductorio

Notapor sectario el Jue Jul 24, 2008 4:32 pm

Un relato introductorio de la sociedad que rige en CthulhuTech.

EN LA TORMENTA
Era finales de Septiembre cuando tomé la decisión. Recuerdo que la lluvia caía lánguidamente sobre las ventanas de mi acomodado apartamento, en pleno Soho londinense. Por mi mente desfilaban imágenes de un tenebroso pasado al que no debía volver, recuerdos terribles que necesitaba olvidar si quería llevar una vida normal. Cuando has formado parte de algo así, sólo tienes un camino: desaparecer. Ellos no te darán jamás por perdido, ni siquiera con tu propia muerte. Es algo mucho más peligroso y siniestro que haber sido miembro de un selecto club o haber pertenecido a una asociación concreta. Haber sido partícipe de la Orden es algo que aún hoy en día me atormenta, causándome frecuentes pesadillas de las que no puedo deshacerme. Si hubiera habido un modo de no haber entrado nunca en su seno lo hubiese elegido pero me temo que no lo hay, seré siempre un fugitivo que habrá de esconderse entre las sombras de quienes una vez fueron sus adláteres y ahora son sus más terribles enemigos.

Aquella noche lluviosa abandoné mi vida, o tal vez la recuperé bajo un semblante diferente. En cualquier caso, de cara al mundo, desaparecí sin dejar rastro. Mi casa, equipada con la última tecnología en seguridad y domótica quedó tal como quedaba siempre que iba a trabajar, el sistema automatizado de limpieza y de clima siguió programado para mi vuelta. Simplemente nunca volví. La policía tardó unos días en considerarlo una desaparición oficial pero todo intento de investigación fue infructuoso y desembocó en una clara falta de pistas. Finalmente el caso fue archivado y pasé a ser un número más de fichero computerizado de los innumerables casos de desaparición que se produjeron en Londres en el 2083.

Ya han pasado dos años desde entonces. Mi paradójica libertad depende del frágil hilo de mi paranoia. No pasa ni un sólo día en el que añore elementos de mi anterior vida, tales como la riqueza o la comodidad, el status adquirido, las fiestas de sociedad o la agradable sensación de poder. Tampoco pasa un día sin que me sienta aliviado por haber dejado atrás los turbios secretos que me unían a la Orden, los pactos oscuros, la demonología, los asesinatos de los que formé parte, las mentiras y la noche que lo cubría todo. Jamás se olvidan los gritos de los inocentes, los trabajos de sangre, las maldiciones rituales o la culpa, que, llegado cierto límite, se convierte en rutina.

Soy un heredero de los misterios arcanos que muchos otros antes que yo han procurado mantener con mayor o menor fortuna en el silencio eterno. Pero la magia existe, ya lo creo que sí y no somos pocos quienes conocemos de su existencia. Yo he sido testigo de maravillas y atrocidades realizadas a través de conjuros mágicos. He sido, incluso, protagonista de maldiciones tan elaboradas que harían temblar al más duro de los escritores de horror contemporáneo. He pasado horas consagrando sancta sanctorums para la realización de procesos mágicos complejos de los que dependía la vida de alguien. Si los secretos que oculto saliesen a la luz tanto la Orden como los sabuesos de la Oficina de Seguridad Interna se revolverían en sus sillones de poder.

Ha llegado el momento de ser claro. Soy un Iniciado en el Arte, lo que en algunos círculos llamarían un Hechicero y mis conocimientos de Ocultismo y magia ritual son fruto de un largo aprendizaje vital junto a maestros a los que jamás volveré a ver. Desde pequeño tuve el don, muy pronto fui escogido para formar parte de clases especiales subvencionadas por el Gobierno. Después entré en el área de Metafísica de la Universidad de Oxford y pronto destaqué como uno de los más brillantes estudiantes de su promoción, especialmente en el área de la Teoría Dimensional.
A pesar de tomar el aparente rumbo de investigador independiente, rechazando diversas ofertas gubernamentales, la tentación llegó en forma de mujer, cambiando mi vida para siempre. Shannon era una de mis colegas de facultad, otra excelente alumna de Metafísica cuya pasión vital resultaba desbordante, a veces incluso excesiva. Una noche maldita, la recuerdo como si fuera ayer, después de una cena informal y un paseo por Russell Square, Shannon comezó a hablarme de un grupo secreto de investigación del que formaba parte. Los fondos no eran un problema para ellos, las barreras éticas tampoco.

Yo era joven y ambicioso, tremendamente inconsciente en algunos aspectos y muy metódico en otros. La elección era doble: Shannon y fondos inagotables para mi investigación o soledad y un futuro incierto e independiente. Aún hoy me despierto empapado en sudor intentando alejarme de Russell Square a grandes zancadas sin echar la vista atrás. Ojalá pudiese decir que fue eso lo que hice aquella noche pero no, recuerdo la turbadora mirada de Shannon y su mano apretando la mía mientras nos dirigíamos a su casa.

No estoy orgulloso de mis errores de juventud ni de sus consecuencias. Aquello fue sólo el principio de una larga vida dedicada a la Orden. Al principio, todo resulta seductor en ella. El poder, el dinero, el estatus, la admiración de quienes fueron tus colegas y te ven medrar. No puedo decir que no disfrutara de los lujos. Tener un coupé velocísimo con ruedas retráctiles capaz de realizar despegue vertical y actuar como aerodeslizador, asistir a las fiestas con las que sueña la gente común rodeado de todo tipo de personas exitosas, disponer de contactos en las esferas académicas y políticas que pueden resolver cualquiera de tus problemas, ganar en un año lo que muchos no logran reunir en toda su vida ... No, eso era demasiado tentador para un joven recién licenciado.

Pero luego vienen los secretos. El precio que has de pagar por una vida así es demasiado caro y supera con creces lo que mi alma podía permitirse. Una noche de invierno vinieron a mi casa. Me sacaron de la cama antes de la medianoche para llevarme al otro lado de la ciudad, a un barrio marginal cuyo nombre no mencionaré pero que quedó grabado a fuego para siempre en mi memoria. Recuerdo la silueta de la vieja iglesia oscura perfilándose más allá de las ventanas del vehículo y la prisa de los esbirros de la Orden por llevarme hasta su interior.

Aquello parecía una película clásica de terror. Todos estaban observa a un animal que entra al matadero.
Pero la imagen más impactante de todas estaba por llegar: sobre el altar principal yacía una semidesnuda figura femenina alrededor de la cual se había dispuesto un oscuro pentágono ritual dibujado con sangre ( presuntamente suya ) e iluminado por impíos cirios negros. El rostro de Shannon reflejaba una frialdad impropia de su juventud y sus ojos, en los cuales me había visto reflejado tantas veces, se mostraban ahora tan impasibles como si nada estuviera sucediendo. Las palabras ni siquiera llegaban a formarse en mi garganta, el bloqueo de mi cuerpo y de mi mente era total. Asistía atónito a la más inquietante pesadilla que el cerebro humano puede concebir y tenía la sensación de que toda mi vida había sido una completa farsa, de que todo lo que había disfrutado, todas las amistades recién adquiridas, incluso el cariño de Shannon, todo, respondía a un tenebroso propósito que estaba a punto de descubrir y que me haría caer para siempre en el pozo de la condenación si no en el de la locura.

Ni siquiera percibí entonces con nitidez los detalles de toda la escena, apenas fui consciente mientras el Sumo Sacerdote oscuro realizó los cortes sobre el cuerpo de la mujer que amaba, desangrándola en el proceso de una manera lenta y dolorosa que en ningún caso tuvo reflejo en su rostro. Llegó un momento en el que tuve la certeza de que todo aquello no podía ser real, sin duda aún me encontraba en mi lujosa cama del Soho, con la limitada inteligencia artificial de mi apartamento controlando cada parámetro del clima interno de la misma y velando por la seguridad de mi sueño.
Pero no, todo aquello estaba siendo real. Otra parte de mí, aquella parte que todos tenemos en mayor o menor medida estaba atando cabos y entendiendo hasta qué punto mi destino estaba siendo controlado por personas para quienes yo sería un peón más en una larga búsqueda por quién sabe qué espantosos objetivos. Empezaba a hacerme una vaga idea del punto de no retorno que había traspasado hace tiempo sin saberlo. Mi compulsiva mente científica, en connivencia con el puro instinto de supervivencia me gritaba que debía tener alguna escapatoria posible en aquel maremágnum sinsentido de sombras y peligros.

La ceremonia estaba llegando a su clímax en medio de mis gritos interiores, gritos que nadie podía oír. Todos observaban en silencio un ritual que ya conocían y en sus ojos había una mezcla de desquiciamiento, morbo, satisfacción y peligrosa demencia, todo ello reunido en personas de las que jamás se esperaría tal cosa. Los cortes sobre el cuerpo de Shannon se habían realizado de tal modo que su sangre había sido recogida en copas dispuestas bajo el altar. El Sacerdote reunió toda su sangre en una sola gran copa y la vertió sobre un elaborado molde dorado mientras entonaba los complejos versos rituales en una lengua muerta que rápidamente identifiqué como R’lyehano.
En aquel momento fui consciente de lo que estaba presenciando. Todo aquello tenía como único fín atar para siempre mi vida y mi alma a la Orden. Tras dos horas de pesadilla continúa, las manos del Sacerdote se introdujeron en el molde de oro y extrajeron del mismo un medallón carmesí, el imposible fruto del ritual, formado a partir de la sangre de Shannon y de la magia arcana. Dos dobles líneas de sangre cruzadas y tres ojos rojos brillantes, uno en cada sección, constituían el símbolo de la Ordo Nocturnis, Culto secreto al que en ese momento fui vinculado, perdiendo lo que creí que era toda mi reserva de inocencia y de paz para siempre.

Tras la ceremonia fui iniciado en algunos de los secretos de la Orden, aquellos que pudiesen garantizar mi lealtad, hablándome de la Suprema Verdad de los Antiguos y de su próxima reaparición en nuestro mundo. Acostumbrado a lidiar con los principios arcanos de la Metafísica académica, entender las Verdades dogmáticas que se me ofrecían sólo era posible desde el reconomiento de la existencia de poderes superiores que en gran medida controlaban nuestro destino ( como estaba empezando a comprobar en primera persona ) y que escapaban a cualquier intento de definición lógica.

Aquel descenso a los infiernos fue un paso lógico para mí. Un pago que siempre temí que tuviera que ofrecer a cambio de la gran vida que se me había otorgado. El medallón carmesí de la Orden no volvería a separarse de mi pecho durante todo aquel tiempo, prueba inequívoca de mi funesto sino y recuerdo indeleble de la muerte de Shannon.
Durante mis años en la Orden conocí a personas de toda índole, aunque casi todos tenían algo en común: un soterrado deseo de poder tan fuerte que a duras penas eran capaces de disimularlo. Cometí atrocidades, participé en rituales negros, asesinatos, maldiciones que afectaron a la vida de mucha gente, manipulaciones de la realidad, ocultación de pruebas, investigaciones prohibidas y, en general, superé los límites morales y éticos que antes había pensado imprescindibles.

Pero algo dentro de mí seguía luchando por decirme que todo aquello estaba mal. Perdí toda fé en la bondad humana durante aquella época y puedo asegurar que, a pesar de la vida lujosa y en algunos aspectos plena que aparentaba llevar, no desearía a nadie caer en tal oscuridad. La muerte hubiese sido una salida más fácil, pero no una definitiva.
Un día de primavera aparentemente común, un año antes de mi salida de la Orden, me desperté con la suave música que la inteligencia artificial limitada de mi apartamento creyó que sería la más apropiada y me dirigí al baño para ducharme, como cada mañana. Tardé en notar un suave destello que surgía de una de las paredes espejadas. Al principio me sorprendió, pero pronto lo identifiqué como un mensaje mágico especialmente dispuesto para mí que nadie sino yo podría descifrar. Tracé un círculo con mis dedos, recitando los versos arcanos apropiados y el mensaje se hizo visible durante unos segundos, antes de desaparecer para siempre sin dejar rastro.

Ese fue mi primer contacto con la Sociedad Arcana, una secreta facción ocultista de rebeldes que luchan en la sombra contra los perniciosos Cultos. Fue fundada por miembros fugados del grupo más peligroso de todos: los Hijos del Caos. La Sociedad poco a poco me fue abriendo los ojos hasta que llegó el momento en el que decididamente creí en la posibilidad de poder abandonar la Orden.

Como cada noche, realizo el ritual que me mantiene oculto. Dibujo sobre mi cuerpo los símbolos, rodeado por velas consagradas y entono el cántico en una lengua prácticamente olvidada con el único fin de que la Orden no vuelva a encontrarme. De mi rutina depende que las pesadillas no se hagan reales de nuevo.

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La luna parecía fijar su luz en nosotros mientras avanzábamos por el bulevar, rodeados por viejos álamos grises. La sensación de estar envueltos en algo turbio era tan palpable que por un momento temí que quienes nos observaban al pasar nos detendrían entre gritos de espanto. No estaba orgulloso de todo aquello. La sombra de un edificio gubernamental dominaba el paseo arbolado y, en cierto modo, era la sombra del NGT la que nos perseguía. Seguro que más de un agente del gobierno se hallaba tras nuestra pista, a pesar de que habíamos sido cuidadosos.

León me miraba por el rabillo del ojo, cerciorándose de que seguía allí, inmerso en mis pensamientos. Caminábamos como una extraña pareja, tan cansados que los nervios iniciales habían pasado a ser un mal recuerdo. La noche era desagradable, una de esas que deseas que pase cuanto antes; una que, si durase demasiado, podría volverse eterna.

Llegamos a la altura del pub, un moderno antro de perdición con enormes letras plateadas que rezaban: El límite. Sin duda era bastante apropiado. Al atravesar el umbral inicial quedamos registrados automáticamente en su base de datos, el sistema investigó nuestros antecedentes y un cargo a nuestra cuenta personal se realizó tan rápido que no tuvimos ni que detenernos, abriéndose la puerta interior de inmediato y dándonos acceso a aquel diminuto infierno.

Proyectada en el interior de mis gafas oscuras, que ahora se habían graduado automáticamente ante la falta de luz, estaba aún la información que había buscado en la red sobre este sitio, planos incluidos. Era el típico pub sofisticado, diseñado para niños ricos bajo la apariencia de que lo había sido para adultos. Activé la Realidad Aumentada para que mi ordenador personal sobrepusiese la búsqueda de la niña a lo que mis ojos veían a través de las gafas oscuras. Cada rostro era cotejado a velocidad de vértigo y mi propio sexto sentido hacía su investigación por su cuenta.

- Mierda, creo que ya no está aquí - dijo León mientras se apartaba para dejar salir a una pareja.
- Es posible, pero ha estado y eso nos dará alguna pista - le respondí, gritando por encima de la música electrónica.

Un grupo de pijos disfrazados de psicopunks nos miraban mal desde lo alto de sus plataformas negras, con bebidas de colores fluorescentes en la mano y tatuajes móviles que lentamente se deslizaban bajo su piel. Uno de ellos llevaba una serpiente tatuada que se iba enroscando en su cuello, el efecto era tan curioso que no tardó en acercársele una niña rica disfrazada de lolita neogótica. Dios los cría y ellos se juntan, pensé.

- Keith -, León intentaba recuperar mi atención. - Allí.

La información que nos había traído hasta este tugurio incluía el hecho de que se había visto a la niña junto a un grupo de moteros adolescentes de rasgos asiáticoamericanos y León me señalaba a uno, apoyado en una de las espectaculares barras iluminadas desde dentro con un azul profundo. Tenía toda la pinta de haberse pasado con las drogas sintéticas y el alcohol y se le veía con dificultades para levantar la cabeza. Me acerqué a él y le susurré algo al oído. Diez minutos después estábamos en el callejón y mi mano apretaba su cuello.

- Su nombre es Kysha - le repetí forzando intencionadamente la voz, le miraba y no lograba asociar mi adolescencia con aquello.
- No sé de qué me hablas, tío - respondió entre arcadas y amagos de vomitar. Su pelo desordenado y su chupa de cuero sintético llena de mensajes antisistema le daban un aspecto rebelde pero sobre todo inmaduro.
- Haremos una cosa, Kenji. - Mi mano se introdujo en un bolsillo de mi cazadora marrón y extrajo un diminuto cilindro dorado de bordes redondeados. - ¿Sabes lo que es ésto?
- ¿Pasta? -. Sus ojos parecían intentar coordinarse, aún bajos los efectos de las drogas.
- Mil Terrabilletes. Son tuyos si me dices dónde está.- No me gustaba jugar con la mente de nadie.- ¿Sabes lo que podrías hacer con ese dinero?

Dudó tan sólo dos minutos. Luego cogió el cilindro con ansia y se lo metió en uno de los múltiples bolsillos de su pantalón.

- Está con Shuto y su banda. Se fueron hace un rato. Deben haber ido al GT62.

Volví a mirar sus pupilas y fue entonces cuando supe que me mentía.

- Está bien. Lárgate.

León se había quedado observando la escena desde la otra punta del callejón, apoyado en una moto verde de último diseño mal aparcada. Lo había oido todo con sus sentidos aumentados mágicamente.

- ¿Le vas a dejar irse así?
- Nos llevará hasta ella. De algún modo, es el último cartucho que nos queda.

Estaba masticando algo, probablemente su cena dietética en forma de chicle.- Todo este asunto es demasiado peligroso. Si no la encontramos antes que ellos ...

- Lo haremos.

Kysha era el secreto mejor guardado de una agencia gubernamental de cuestionables métodos que intentaba ir un paso por delante de los Cultos. Ahora la pieza clave de su puzzle se había escapado y las diferentes facciones se habían movilizado en su busca. Era una cacería humana en toda regla con el premio final de una chica que había obligado a redefinir los límites del potencial arcano que podían hallarse en una adolescente. Quizá en ella se encontrasen muchas de las respuestas a las preguntas a las que había dedicado mi vida. Además, había sido fundamental a la hora de descubrir la localización de un texto antiguo de incalculable poder y podría ser un elemento clave para descifrarlo, por lo que todos la querían.

Había un detalle más, decididamente importante. Kysha era mi hija.


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La versión en pdf. se encuentra en la web de OkGames (la editorial de CthulhuTech en castellano)
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Re: [CthulhuTech]Relato introductorio

Notapor sectario el Jue Jul 24, 2008 4:39 pm

A mi el relato me ha gustado. Se puede observar parte de la influencia de los cultos en el mundo de CthulhuTech, así como la guerra silenciosa que existe entre los que sirven a los primigenios desde dentro de la sociedad y aquellos que se les oponen.

El relato está lleno también de nombres de juguetitos electrónicos destinado a recordar la ambientación, situada en el lejano 2083.
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Re: [CthulhuTech]Relato introductorio

Notapor Spike Marsh el Jue Jul 24, 2008 8:17 pm

No está mal el relato, aunque parece que estaba leyendo Shadowrun. Por mucho que nos intenten colar, al menos a mí, esa nueva forma de jugar a Cthulhu. Dudo que un tio del 2083 a vuelta de todo le asuste un ritual hasta el límite de llevarlo a la locura. Ya esas cosas no pegan en un futuro tan lejano, cuando estamos hartos de ver violencia en televisión a cada minuto. Nada, el sistema no cuela, en mi opinión.
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