por Belasias el Lun Ago 23, 2010 11:13 am
Posiblemente, sea más una anécdota mas que una situación absurda, pero recuerdo una curiosa partida, donde maese Preahoteck narraba esta y yo mismo me encontraba bajo la inquieta piel de Marcus O’connelly, un tranvieiro (conductor de tranvías) irlandés del cual hablare en otra ocasión.
Para poneros en situación, os contare que en el punto que nos encontrábamos los jugadores (una joven estudiante de medicina, un profesor de psicología y el mencionado tanvieiro) no podría ser peor para nuestras personas.
Nuestros personajes acababan de entrar en una vieja iglesia atestada de indecibles monstruosidades en su techo y con al menos una docena de sectarios armados y listos para comenzar un sacrificio donde la piedra angular era una intima amiga de la estudiante. Obviamente, nuestra intención no era otra que rescatar a esta pobre chica, por lo que entramos armados con la idea de una muerte segura… en este punto de la partida poco podíamos hacer.
Hay que decir, que tras un corto combate, poco pudimos hacer para detener el ritual y acabamos, a golpe de cañón, empujados al negro altar para contemplar cómo iban a sacrificar a la joven a alguna deidad oscura mediante algún intrincado y grotesco ritual Cthuliano.
Ciertamente, Preahoteck podría haber acabo con nuestros personajes en este punto sin complicaciones especiales, pero decidió que sería más productivo para nuestra cordura (o para la escasa que nos quedaba) ver el dantesco ritual y luego servirnos como aperitivos a la deidad despertada.
Bien, entonces, para que os hagáis una idea visual, tenemos a una joven rota entre lloros y a punto de ser sacrificada, un grupo de encapuchados en torno a ella y tres desesperados investigadores completando el círculo.
Mi personaje, consciente de la situación, sin nada que perder, y con escasos (pero no nulos) lazos con la futura victima decide tomar una decisión… saca su revólver y vuela, bajo la atónita mirada de los sectarios, las dantescas criaturas y sus dos compañeros de aventuras, la cabeza del ya no futuro sacrificio a la deidad…
Tras perder el mínimo de cordura (una excelente tirada que demuestra un asesinato a sangre fría), el tranvieiro se gira al líder sectario (en mi caso, a la cara incrédula de Preahoteck) y dice:
-¡Ah! Sin sacrificio, no hay ritual…-
Y así fue… Preahoteck, no se espero este increíble giro de acontecimientos que le pillo totalmente por sorpresa, así que como recompensa nos involucro en un final totalmente diferente de que él había pensado para nosotros…
Los escasos poderes de la deidad oscura (la cual había perdido su atadura con nuestro mundo) se imbuyeron con el líder sectario (el sheriff local, niños… nunca confiéis en las autoridades) creando un horrible monstruo que se abalanzo a por nosotros, los investigadores.
En este momento de la partida, en la mente de todos empezó a sonar la canción de “Pulp Fiction” y cada uno sacamos nuestras armas, y disparamos sobre la malvada monstruosidad.
Primero disparo del tranvieiro, disparo a la cabeza, la bestia continua avanzando.
Primer disparo del psicólogo, disparo en el pecho con daño severo, la bestia ni se inmuta pero se la ve visiblemente afectada.
Primer disparo de la estudiante, en la cabeza también, la criatura trastabilla pero sigue en pie.
Segundo disparo del tranvieiro, disparo en la cabeza, posiblemente, la bala entra por el mismo agujero que la anterior, la monstruosidad cae al suelo muerta.
Después de esto maese Preahoteck decidió darse por vencido y la partida por acabada… en las noches de luna llena, si se escucha con calma, aun se le oye jurar venganza entre gritos de: ¡Venga, hombre! Y que mas…