18 de abril de 1927, 20:36
Sala de exposiciones del Neues Museum
Berlín, República de WeimarHeinrich Zweig escribió:- ¡Que alguien llame a un médico, por amor de Dios!-
Tras unos segundos de estupefacción, tras el grito de
Zweig y el segundo ruego de
Diermissen, varias personas vienen en la ayuda de la pareja -aparentemente- intoxicada. Son un varón de edad avanzada que dice ser médico y dos señoras que se presentan como enfermeras. Mientras una ayuda al médico con el señor inconsciente, la otra se preocupa por herr
Müller y por la señora a la que acompaña herr
Katsner.
Egmund Müller escribió:Müller se sienta en el suelo recostándose contra una de las columnas. (...) Poco a poco va recomponiéndose (...), eso sí, comprobando cada pocos segundos la evolución de la niebla tóxica.
Egmund Müller está mirando fijamente la niebla amarilla, observando su evolución. Parece que al salir los afectados (o víctimas) del interior de esta, se está desvaneciendo...
Adler Diermissen escribió:Miro alrededor, en busca de alguna ventana o salida de aire.
Adler mira a su alrededor concienzudamente. Pronto detecta en la parte opuesta a su situación unas tupidas cortinas en la parte superior de la pared, muy cerca del techo, a más de 2 metros de altura. Se acerca al final de la sala, bordeando la nube tóxica, y encuentra en la esquina dos mecanismos: uno sencillo para correr las cortinas, y otro consistente en una manivela a la que dar vueltas para que las ventanas basculen levemente y pueda entrar una mínima -pero necesaria- brisa de aire...
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NOTA DM.-