Acabo de leer Cazadores de Dune, y se me hace difícil no exponer un par de sensaciones. No sé si por aquí andará mucha gente que haya seguido (o siga en la actualidad) esta saga, pero por si acaso hay ocasión de compartir, yo suelto lo mío.
Quien más quien menos ha oído hablar de Dune. Sus forofos equiparan esta obra con la de Tolkien, y doy fe de que, al menos en esfuerzo creativo, no se queda muy atrás.
Empecé como todo el mundo, con Dune, El Mesías de Dune e Hijos de Dune. Salvo por el segundo, que pese a inevitable me pareció algo flojo y forzado (aún siendo el volumen más breve con diferencia me resultó plomizo), la lectura se me hizo hipnótica por los paisajes y personajes que proponía. Ya antes de continuar con los 3 siguientes, oí opiniones que recomendaban abstenerse de seguir con las continuaciones. No se daba unos motivos demasiado específicos para ello, ni se temía que un 'negro' le estuviera haciendo el trabajo a Herbert; parecía más bien un berrinche porque una Saga, así en mayúsculas, no fuera una trilogía (concepto casi mágico, éste; tiene hasta tirón comercial por sí mismo; yo de pequeño quería escribir una historia, y antes de saber ni de qué iría, tenía claro que quería que fuera una trilogía).
Bueno, que me pierdo en el ramaje. El tema es que nada pudo evitar que devorara Dios Emperador de Dune (impresionante, para mi gusto casi tan bueno como el primero), Herejes de Dune (algo rácano de imaginación en comparación con los demás, aparte de que aquí ya ha perdido un poco de sentido el añadir el nombre del planeta al título) y Dune: Casa Capitular (un magnífico culmen que volvía a poner todo el universo patas arriba, con momentos a la altura de los mejores clímax de la serie, cosa difícil ya con tanto camino andado).
Sin muchos aspavientos recibí la noticia de que Brian Herbert iba a seguir los pasos de su padre por el planeta Arrakis. La verdad, no me tomo a mal que los hijos laboren las propiedades de sus predecesores. Cayeron los libros de las Casas: Dune: Casa Atreides, Dune: Casa Harkonnen y Dune: Casa Corrino. Me pareció una maniobra inteligente por parte de Herbert jr. elaborar precuelas en vez de secuelas. Estos tres tomos fueron un plácido paseo sin sobresaltos, aunque hubiera preferido unos cuantos en el de la familia del Barón. Prescindibles y predecibles, como tienen que ser las precuelas en estos casos.
Pero Brian no tenía intención de dejar la cosa así. Motivado, espero, por un espíritu de superación, dio un salto hacia atrás en el tiempo mucho más vertiginoso, para trasladarse a una época mítica en la pseudo-historia de este universo: La Yihad Butleriana, La Batalla de Corrin y La Guerra de las Máquinas. No me terminó de gustar su manera de escribir, un tanto simplista por no decir infantil, pero de nuevo debo reconocer que su esfuerzo merece algún reconocimiento, pues el follón en el que él mismo se había metido era de órdago. Bueno, otra precuela mucho más ambiciosa, no tan predecible pero sí prescindible.
Ahora llega Cazadores de Dune (y más: Gusanos de Arena de Dune, los tales bichos me recuerdan remotamente a los Dholes, por cierto). Y cuál no es mi sorpresa cuando compruebo que no se trata de otra incursión a tiempos remotos, sino la... continuación directa de Dune: Casa Capitular. Un gran escalofrío recorre mi médula espinal cuando compro este libro. He demorado su lectura un tiempo, hasta ahora, del pánico que me daba el que se desmoronara todo el castillo, como si fuera de arena de una duna de Arrakis.
Prefiero oír otras opiniones antes de seguir con la mía, que todavía ha de ser meditada y masticada algo más.