Esfinge Negra
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Revisión de 20:03 5 ene 2012
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Descripción
La Esfinge es un avatar de Nyarlathotep. Es un ser enorme, con un rostro oval que posee una frente arrugada, carente de ojos, y miles de fauces colocadas asimétricamente. Por lo demás parece como si fuera una esfinge viviente. Sus enormes zarpas le permiten atrapar docenas de sacrificios a la vez, que devora incansablemente mientras babea sangre y huesos
Armas
Puede atacar con sus zarpas delanteras, con ambas en el mismo asalto.
- Zarpa delantera: 80%. Causa 16D6
Hechizos
Conoce un único hechizo Contactar con Nyarlathotep
Culto
Ver Hermandad del Faraón Negro
Relatos
Era un ser tremendamente pesado, aun visto desde mi altura; un ser amarillento y peludo, dotado de una especie de movimiento nervioso. Era enorme, quizá como un hipopótamo de grandes proporciones, aunque con una forma muy singular. Parecía no tener cuello, sino cinco cabezas peludas que emergían en fila de un tronco rudimentariamente cilíndrico; la primera era muy pequeña, la segunda de tamaño regular, la tercera y la cuarta eran iguales y parecían las más grandes de todas; la quinta era más pequeña, aunque no tanto como la primera.
De estas cabezas salían a la velocidad del dardo unos tentáculos curiosos y rígidos que atrapaban codiciosamente enormes cantidades del indescriptible alimento arrojado ante la abertura. De cuando en cuando, el ser aquel saltaba y retrocedía a su madriguera de muy curiosa manera. Su forma de locomoción era tan inexplicable que me quedé observando fascinado, con el deseo de que se alejara algo más del cavernoso agujero que tenía debajo de mí.
Y entonces salió... Salió, y ante aquella visión, di media vuelta y huí hacia la negrura de la parte superior de la escalinata que ascendía a mi espalda; huí atropelladamente hacia arriba por increíbles peldaños y escalas y rampas, por donde ninguna visión humana ni lógica podían guiarme, y que debo relegar al mundo de los sueños por falta de confirmación Debió de ser un sueño; de lo contrario, el amanecer jamás me habría sorprendido respirando en las arenas de Gizeh, ante el rostro sardónico y arrebolado de la gran Esfinge. ¡La gran Esfinge! ¡Dios!…