Walakea

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Descripción

Walakea era el anciano jefe de una isla inexplorada al este de Otaheite (Tahití). Obed Marsh comenzó a comerciar con su tribu, comprándoles objetos de oro. Después de ser emborrachado por Obed Marsh, Walakea confesó que su tribu sacrificaba montones de jóvenes a unas divinidades (los Profundos) que vivían bajo las olas. A cambio de estos sacrificios recibían gran cantidad de favores.

Los sacrificios se realizaban en un islote en el que habían ruinas con las imágenes de los peces-rana. El islote emergió tiempo atrás del fondo del mar, arrastrando algunos de estos seres. La tribu de Walakea comenzó a comunicarse con señales. La tribu estaba pasando en aquella época unos tiempo difíciles, y comenzaron a realizar sacrificios dos veces al año. En la noche de Walpurgis y la de Difuntos se les ofrecían cierto números de jóvenes a cambio de objetos de oro y grandes cantidades de pescados.

Al principio los contactos con los peces-rana solo contactaban en el islote de las ruinas. Pero llegó un día en el que accedieron a ir a la isla de la tribu, para festejar con ellos los dos días señalados. Cuando llegó la época del celo, los peces-rana quisieron mezclarse con los humanos. Al principio la tribu lo rechazaba, pero peces-rana afirmaron que los mestizos acabarían regresando a vivir bajo las olas, y que entonces los hijos no morirían nunca.

Cuando Obed Marsh descubrió la isla, los miembros de la tribu tenían tanta sangre de peces-rana en las venas que parecían más bestias que humanos.

Relatos

Obed descubrió la verdad. No sé cómo se las arregló, pero empezó comprándoles los objetos de oro que usaban. Les preguntó de dónde los sacaban y si había más, y finalmente le sacó toda la verdad al viejo jefe. Walakea se llamaba. Otro que no fuera Obed, no se habría creído lo que le contó el viejo del demonio, pero el capitán leía en los ojos de las personas como en un libro abierto [...] les advirtieron que los habitantes de las demás islas los matarían si se enteraban de que estaban allí, pero ellos dijeron que no se preocuparan, que tenían poderes suficientes para destruir a toda la raza humana, menos a los que tenían no sé qué señales o signos de los que ellos llamaban 'Primordiales'. Pero como no querían líos, se ocultaban cuando alguien visitaba la isla.

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