Faraón Negro

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Descripción

Último faraón de la Tercena dinastía egipcia. La leyenda afirma que Nefrén-Ka fue un gran hechicero, el más poderoso de los reyes sacerdotes de Egipto. Forjó un pacto con Nyarlathotep en la ciudad perdida de Irem, y a su regreso a Egipto revivió el culto a dicho dios en aquella tierra (de hecho, algunos incluso lo consideraban un Avatar de Nyarlathotep) y gobernó como faraón. Durante su reinado prosperaron los sacerdocios de Bast, Anubis y Sebek. También se atribuye a este Faraón Negro el descubrimiento del Trapezoedro Resplandeciente.

Entre la población cundió un gran descontento ante estos cambios, y poco después el pueblo de Egipto se rebeló. Al final. Seneferu, fundador de la Cuarta Dinastía derrocó al Faraón Oscuro con la ayuda de la diosas Isis. Nefrén-Ka huyó hacia la costa con la intención de escapar a una "isla occidental". Sin embrago, las fuerzas enemigas le cortaron el paso cerca de donde se encuentra actualmente El Cairo. El maligno faraón y sus sacerdotes desaparecieron, enterrándose en una cripta subterránea cuyo emplazamiento sigue siendo un secreto incluso en la actualidad. Seneferu se sintió frustrado, pero se consoló declarando muerto al El Faraón Negro y haciendo que su nombre fuera tachado en todos los registros y monumentos.

En las profundidades de su oculta cripta funeraria, Nefrén-Ka sacrifico cien víctimas a Nyarlathotep. A cambio de esta ofrenda, se le concedió el poder de la profecía. Nefrén-Ka pasó los últimos días de su vida dibujando el futuro del mundo en las paredes de su tumba.

La Sexta Dinastía vivió la ascensión al trono de la Reina Nitocris, que reavivó el culto a Nyarlathotep. Algunos dicen que apareció otro (o posiblemente el mismo) Nefrén-Ka al final de esta dinastía, hijo de Nitocris y Nyarlathotep. Por desgracia, no tenemos prácticamente ninguna información sobre su reinado.

Durante la Decimoctava Dinastía, Amenhotep IV (o Akenatón) descubrió los restos de Nefrén-Ka e invocó al mago muerto por medios arcanos. Nefrén-Ka influyó en el joven faraón, convenciéndolo para que transformara la religión de aquellas tierras en la adoración velada de sus propios dioses. Nefrén-Ka pronto comprendió que aún no había llegado la hora de su resurgimiento y regresó a su tumba, permitiendo que el reinado deAkenatón se derrumbara.

Nadie sabe lo que les sucedió a los restantes seguidores de El Faraón Negro. Algunos dicen que fueron expulsados al sur, a los pantanos más allá del Sdán. Otros afirman que los sectarios viajaron hasta Britania, y una tercera escuela de pensamiento sostiene que estos magos permanecieron en Egipto, prosiguiendo su adoración en secreto.

De manera similar, el lugar final de descanso de Nefrén-Ka sigue siendo un misterio. Los registros de aquella época afirman que tanto la Falsa Pirámide de Meidum como la Pirámide Encorvada de Dhasur se construyeron para su confinamiento y que descansa en la Pirámide Encorvada. Sin embargo, ningún explorador de esta pirámide ha encontrado huella alguna de sus restos. Se ha sugerido que siete mil años después de su muerte, El Faraón Negro se alzará de nuevo.

Culto

Ver Hermandad del Faraón Negro

Sistema de juego

Realidad histórica

  • Akenatón: Fue el décimo faraón de la dinastía XVIII de Egipto. Su reinado está datado en torno a 1353-1336 a. C.4 y pertenece al periodo denominado Imperio Nuevo de Egipto. Es célebre por haber impulsado transformaciones radicales en la sociedad egipcia, al convertir al dios Atón en la única deidad del culto oficial del Estado, en perjuicio del, hasta el momento, predominante: el culto a Amón. Dichos cambios se desarrollarían a lo largo de varios reinados después del suyo y se detendrían con el fin de la dinastía
  • Nitocris E considerada la última faraón de la dinastía VI de Egipto, de c. 2193 a 2191 a. C. Considerada por los eruditos como la primera gobernante femenina de Egipto, la primera reina conocida del mundo, y la primera mujer que toma el título de faraón. Desgraciadamente no se menciona a Nitocris en ninguna inscripción de su época y es probable que no existiera


Relatos

Colocada al sudoeste de ella se encuentran, sucesivamente, la Segunda Pirámide, construida una generación después por el rey Kefrén y que, aunque es ligeramente más pequeña, parece más grande por encontrarse en un terreno más elevado [...] Una larga tradición la señala como «El Templo de la Esfinge», y quizás debiera ser llamada así si, de hecho, la Esfinge representa al constructor de la Segunda Pirámide, Kefrén. Hay historias inquietantes acerca de la Esfinge y cómo era antes de Kefrén, pero, cualesquiera que fueran sus facciones, el monarca las reemplazó por las suyas propias para que el hombre pudiera contemplarlas sin miedo. [...]Incluso insinúan que el viejo Kefrén-el de la Esfinge, la Segunda Pirámide y el gran templo de entrada- vive muy bajo tierra, desposado con la reina-diablo Nitokris y gobernando sobre las momias que no son hombre ni bestia.

Y más le habría valido interesarse en sus conversaciones, porque aquellos hombres sabían, como lo sabe todo Egipto, que Nyarlathotep es también el dios del mal. Por eso siglos atrás sus templos y sus imágenes habían sido destruidos y sus adoradores condenados a muerte y ejecutados. Por eso se había prohibido su culto y se había borrado su nombre del «Libro de los Muertos». Aquel dios maligno era el protector de los hechiceros y de la magia negra. Y de acuerdo con la leyenda, había salido del desierto, y al desierto había vuelto. Luego, los hombres habían empezado a adorar a otras divinidades menos ominosas, para terminar adorando a los dioses benéficos, pero los que conocían la historia de Nyarlathotep afirmaban que al cabo de muchos años, y coincidiendo con extraños fenómenos, el terrible dios volvería a aparecer entre los hombres, procedente del desierto, sin que sus pasos dejaran huelías sobre la arena, como no fueran los cadáveres de los desdichados incrédulos que se atreviesen a mirarlo.

Un tal profesor Bowen, de Providence, había viajado mucho por Egipto y en 1843, durante unas excavaciones que dirigió en el sepulcro de Nefrén-Ka, había efectuado un descubrimiento insólito. Nefrén-Ka es «el faraón olvidado», cuyo nombre fue maldito por los sacerdotes y borrado de todas las crónicas dinásticas. Por entonces, el joven escritor estaban familiarizado con el nombre de Nefrén-Ka porque otro escritor de Milwaukee acababa de publicar una narración titulada «El Santuario del Faraón Negro» que trataba justamente de este gobernante casi legendario. Pero el descubrimiento que hizo Bowen en su sepulcro fue completamente inesperado

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