Ngranek

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Lugar
Nombre: Ngranek
Situación: Tierras del Sueño
Tipo: Montaña
Pronunciación: -

Descripción

Ngranek es una montaña de origen volcánico situada en la isla de Oriab, de hecho es un volcán extinto. Esta montaña se encuentra a dos días a caballo de Baharna. Existen recolectores de lava que frecuentan sus laderas, aunque no suben demasiado por temor a los Ángel descarnado de la noche y a la ira de los Grandes Dioses. Con la lava se crean pequeñas tallas con la que se comercia por lana de Ulthar entre otros objetos. Según rumores se abren unas cavernas junto a su cima en donde habitan los Ángel descarnado de la noche.

En esta montaña habitaron antiguamente los Grandes Dioses. En uno de sus vertientes se encuentra dibujado un rostro gigantesco que posiblemente fue creado por los dioses cuando danzaban a la luz de la luna, a su semejanza. Hoy en días estos Grandes Dioses viven en Kadath. Pocos han visto este rostro tallado en la montaña, ya que está situado en la vertiene de más difícil acceso al pico de Ngranek, en lo alto de unos precipicios.


Habitantes

Existen unas carvernas en la sima, en la que habitan Ángel descarnado de la noche.

Relatos

Atal [...] le habló de una gran imagen que, según contaban los viajeros, está esculpida en la sólida roca del monte Ngranek, situado en la isla de Oriab, allá en el Mar Meridional; y le dio a entender que, posiblemente, fuera un retrato que los dioses de la tierra habían dejado de su propio semblante en los días que danzaban a la luz de la luna sobre la cima de aquella montaña. Y añadió hipando que los rasgos de aquella imagen son muy extraños, de manera que podían reconocerse perfectamente y constituían los signos inequívocos de la auténtica raza de los dioses. [...] Creía que iba a encontrar allí a los dioses de la desconocida Kadath y que obtendría de ellos indicaciones para llegar a la encantada y maravillosa ciudad del sol poniente. [...] Aquel rostro respandecía severo y terrible bajo la ignea luz del Sol poniente. Era tan inmenso que resultaba imposible calcular sus dimensiones; pero claramente se veía que aquella obra no había sido esculpida por manos humanas. Era un dios cincelado por dioses, y su mirada altiva y majestuosa descendía desde su altura hasta el lugar donde se encontraba el explorador. Los rumores afirmaban que el rostro era muy singular e incompresnible, y Carter comprobó que, efectivamente, era así; pues aquellos ojos alargados y estrechos, y aquellas orejas de grandes lóbulos y aquella nariz fina, y la puntiaguda barbilla, y toe en fin, revelaba una raza que no es de hombre sino de dioses.

En la cima del pico más alto del mundo habitan los dioses de la tierra, y no soportan que ningún hombre se jacte de haberlos visto. En otro tiempo poblaron los picos inferiores; pero los hombres de las llanuras se empeñaron siempre en escalar las laderas de roca y de nieve, empujando a los dioses hacia montañas cada vez más elevadas, hasta hoy, en que sólo les queda la última. Al abandonar sus cumbres anteriores se llevaron sus propios signos, salvo una vez que, según se dice, dejaron una imagen esculpida en la cara del monte llamado Ngranek. Pero ahora se han retirado a la desconocida Kadath del desierto frío, en donde los hombres no entran jamás, y se han vuelto severos; y si en otro tiempo soportaron que los hombres les desplazaran, ahora les han prohibido que se acerquen; pero si lo hacen, les impiden marcharse. Conviene que los hombres no sepan dónde esta Kadath;

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