Semilla informe de Tsathogghua

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Tabla de contenidos

Descripción

Estos seres negros y proteicos cambian de forma en un instante, desde la de un bulto de aspecto batracio hasta la de criaturas alargadas con cientos de patas rudimentarias. Pueden rezumar a través de grietas pequeñas y alargar sus apéndices a voluntad. Están estrechamente relacionados con Tsathoggua, y a menudo pueden ser encontrados en sus templos o en cavernas sin sol.

Característica por edición


Relatos

Los hombres de K'n-Yan encontraron seres vivos cuando descendieron hasta el gran abismo oscuro de N'kai con sus grandes reflectores atómicos, unos seres vivos que rezumaban a lo largo de canales de piedra y que adoraban imágenes de ónice y basalto de Tsathoggua. Pero estos seres no eran batracios como el propio Tsathoggua, sino algo mucho peor. Eran grumos de limo negro que adquirían formas temporalmente para diversos propósitos. Los exploradores de K'n-Yan no se detuvieron a llevar acabo observaciones detalladas, y aquellos que escaparon con vida sellaron el paseaje tras de si

Algunos místicos osados han sugerido que los Manuscritos Pnakóticos tienen un origen prepleistoceno, y han insinuado que los devotos de Tsathoggua eran tan extraños a la humanidad como Tsathoggua mismo

  • El reato de Satampra Keiros (Clark Ashton Smith)

Cuando nos acercamos para mirar por encima del borde, vimos que la pila estaba llena de una sustancia viscosa y semilíquida, muy opaca y de un color tiznoso. De aquí salía el desagradable olor; un olor que, a pesar de ser verdaderamente fétido, sin embargo no era putrefacto, sino que más bien parecía el tufo de algún ser sucio que habitase los marjales. Resultaba casi imposible soportar el olor, y estábamos a punto de marcharnos cuando advertimos una cierta ebullición en la superficie, como si algún animal u otra criatura sumergida agitase el ceniciento líquido. La ebullición aumentó rápidamente, el centro se hinchó como si fuera levadura, y nos quedamos mirando, presas del pánico, cómo emergía gradualmente una cabeza amorfa e indescriptible abriendo camino a un cuello indefinido, mientras su rostro nos miraba fijamente con un marcado acento de perversidad en el semblante. Acto seguido, surgieron pulgada a pulgada dos brazos —si es que se les podía llamar así—. hasta que nos dimos cuenta de que no se trataba de una criatura sumergida en el líquido, como pensábamos, sino que el propio líquido había dado forma a la horrible cabeza y cuello, así como a los brazos que se estiraban hacia nosotros con tentáculos en vez de garras o manos. Un miedo que no habíamos experimentado hasta entonces ni en sueños, ni en nuestras salidas nocturnas más peligrosas, nos privó del habla, si bien no nos impidió actuar. Retrocedimos algunos pasos de la pila, y a medida que nos apartábamos crecían el horrible cuello y los brazos. Entonces comenzó a levantarse toda la masa del negro fluido, y con una rapidez superior a la del jugo de suvana en mi pluma cuando escribo, se desparramó por el borde de la pila como un torrente negro que a medida que llegaba al suelo adquiría una forma ondulante, que a su vez se desarrollaba inmediatamente en más de una docena de patas cortas. ¡Qué indescriptible horror de vida protoplasmática, qué derramamiento espantoso de viscosidad primitiva se interponía ante nosotros!; pero no nos paramos para considerar el hecho y sacar conclusiones. La monstruosidad era demasiado horrorosa como para dedicarle ni siquiera una mirada de más; por otro lado, sus intenciones eran claramente hostiles, evidenciando inclinaciones antropofágicas, dado que se deslizaba hacia nosotros con una rapidez increíble, a la vez que abría una boca desdentada de una capacidad asombrosa. Cuando cayó sobre nosotros, dejando ver una lengua que se desenroscaba como una serpiente larga, sus fauces se hicieron más grandes con la misma elasticidad que acompañaba cada uno de sus movimientos. Advertimos que nuestra huida de las garras de Tsathoggua se hacía imperativa, y dando la espalda a todas las abominaciones del santuario, cruzamos el umbral de un solo salto y corrimos a la luz de la luna por los suburbios de Commorión

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