Wilde

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Descripción

Personaje cuya profesión da nombre al relato El Reparador de Reputaciones. Se gana la vida reparando la reputación de personas cuya reputación ha sido manchada. Para ello afirma tener 500 personas trabajando para él, especialmente en los periódicos. También afirma ser capaz de encontrar objetos con gran facilidad, llegado a encontrar una pieza de armadura que buscaba Hawberk (padre de Constance Hawberk) en una tienda de París. También conoce la autentica identidad de la gente, conociendo que Hawbek es realmente le Marqués de Avonshire (que supuestamente murió en Australia).

Físicamente destaca su cabeza, de tono amarillento, y plana y puntiaguda. Ha perdido sus orejas, por lo que usa unas orejas artificiales de cera, de color rosa. También carece de varios dedos en la mano izquierda. Además es una persona pequeña, del tamaño de un niño de diez años. Posee una gata, que le araña la cara con una fiereza inusual, por lo que muestra las cicatrices de anteriores rasguños. Es considerado por mucha gente como un lunático, aunque Hildred Castaigne lo considera un genio.

Wilde muere al final de la historia El Reparador de Reputaciones. Es posible que su muerte haya sido causada por su propio gato, o quizás haya sido Vance, una persona que estaba siendo extorsionada por Wilde, e incluso lo podría haber matado el propio Hildred Castaigne cuando intentaba acabar con la gata.

Wilde posee los documentos que acreditan que Hildred Castaigne es el heredero de La Imperial Dinastía de América, y está relacionado con El Rey Amarillo. Aunque no se puede decidir si los documentos son genuinos, o es una obra manuscrita por el mismo.

Relatos

¿Es una tontería que el señor Wilde se refiera a usted como al marqués de Avonshire y a la señorita Constance...? [...] Media docena de nuevos rasguños le cubrían la nariz y las mejillas, y los alambres de plata que le sostenían las orejas artificiales estaban fuera de lugar. Pensé que nunca le había visto tan espantosamente fascinante. No tenía orejas. Las artificiales, que estaban ahora perpendiculares en relación con los finos alambres, eran su única debilidad. Estaban hechas de cera y pintadas de un rosa de conchilla, pero tenía el resto de la cara amarilla. Mejor habría hecho en concederse el lujo de adquirir algunos dedos artificiales para su mano izquierda, que carecía en absoluto de ellos

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