San Borondón, 1865
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Detalle |
Título: San Borondón, 1865 |
Título original: San Borondón, 1865 |
Autor: Joaquín Fernand |
Fecha creación: |
Fecha publicación Diciembre 2014 |
Primera publicación Donde reside el horror |
Colaboradores: No |
Tabla de contenidos |
Primer párrafo
Toda su vida, desde que se permitía recordar, había querido trabajar en la biblioteca del Museo Británico. Hubo un momento cuando consiguió al fin los recursos, los conocimientos y la oportunidad de dejarlo todo atrás para lanzarse en pos de su sueño, en el que creyó que lo conseguiría. ero el azar le volvió la espalda, como había hecho toda su vida, y aquel lugar que siempre se le había antojado oscuro y mágico, voluble pero eterno, cerró sus puertas a cal y canto, hasta que el tedio y los años hicieron que se planteara dejar de intentarlo.
Resumen (contiene spoilers)
Amelia trabaja como restauradora de libros en el Museo Británico. Ama tanto su trabajo, que suele quedarse más allá de su horario laboral, e incluso visita el Museo como visitante cuando es su día de fiesta. A pesar de ello conoce de la existencia de unos libros. A pesar de ello teme algunos ejemplares, especialmente un viejo incunable del que sólo queda la mitad.
Un viernes, mientras regresa del trabajo a su casa detecta el olor de libros viejos. Siguiendo este olor llega a encontrar una hoja perdida de un incunable. Y no será la primera hoja. Otras hojas se le irán apareciendo, una a una según las va cogiendo del suelo. Sin que sea consciente irá persimiento las hojas encontradas una a una. Finalmente descubrirá que las hojas que ha ido agrupando se trata de la otra mitad del libro Amelie no pudo acabar de restaurar. El libro desea ser leido, lo que liberará la clausula de Yog-Sothoth. La mayor parte de las chicos observan a las chicas, mientras Amelia traduce el libro maldito, una edición completa gracias a a llazgo.
Inspiración
Detalles
El prólogo es:
Sus ojos relampagueaban con un brillo salvaje Su perfil cadavérico expresaba una concentración total en los viejos caracteres que cubrían las páginas del libro. Cuando traducía en voz alta, las frases retumbaban como una letanía del diablo...