Hombre-lobo en Bergara

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Detalle
Título: Sacamantecas
Título original: Hombre-lobo en Bergara
Autor: Mikel Rodríguez Álvarez
Fecha creación:
Fecha publicación 2011
Primera publicación Sacamantecas y otros relatos vascos de terror
Colaboradores: No

Tabla de contenidos

Primer párrafo

El bosque es lúgubre e inconmensurable. Dos hombres lo echan a suertes en cuclillas. El que gana se levanta y toma una piedra. El otro se santigua y comienza a agachar la cabeza con un gesto que acabará en el otro mundo.

Resumen (contiene spoilers)

Un grupo diverso de personas son citadas en la casa-torre del conde. La razón es esclarecer una serie de asesinatos que se han ido acometiendo, y a los que se culpa un hombre lobo. El conde sospecha de cada uno de sus invitados, y les ha dado cita el día que precede a la noche de luna llena para asegurar descubrir al asesino. Durante la velada el lector descubrirá por que razón se sospecha de cada uno de los invitados. La velada está supervisada por Pierre, un hombre que fue abandonado en Nueva Francia al cuidado con los indios. La intención era que aprendiese el idioma local y sirviese como interprete, pero justamente por ello no teme a la iglesia ni los títulos de los invitados. Su supervisión de la cena, arma de fuego a mano, asegura que ningún invitado abandone la cena antes de salida de la luna.

La velada avanza tensa, una cena servida por los criados del conde. Estos son despedidos poco antes de la salida de la luna. Finalmente la luna aparece sin que se inicia ninguna transformación. Pero un alarido rompe el silencio de la noche. En la calle se encuentra los restos de una joven aún manando sangre y parcialmente devorada. El conde actúa rápido, preparado una batida de caza con caballos, perros y aldeanos con antorchas. Siguen el rastro aún fresco de la bestia.

Tras un día de persecución y pesquisas la batida se releva infructuosa. El conde derrotado llega a su torre, embotado por el cansancio. Sin embargo el ruido de un animal arañando le despierta, y descubre extremidades semidevoradas. Pierre está al fondo de la galería mirándolo. El conde avisa a Pierre que el monstruo está en la casa. Y Pierre le contesta que no es tan sorprendente, el mal puede esconderse en el palacio de un obispo en la sentina de un barco atestado o en una casa-torre de un conde. Entonces comienza la declaración de Pierre, y como se vio obligado a caer en el mal. Obligado a alimentarse de carne humana en los espesos bosques se vio presa de un hambre voraz que no es saciada.

Fragmentos

¿No tiene usted sangre normanda? -acusó al abad-. ¿Y la Inquisión no requisó hace dos años de la biblioteca del Seminario Patriótico Bascongado sendos volúmenes del Necronomicón y de De mastications mortuorum in tumulis? ¿No es amigo del maldito Conde d'Erlette, el infame autor del Cultes des Goules?

Cuando un hombre devora a otro en la soledad de esos inmensos bosques, es poseído por el espíritu del mal y se convierte en un Wendigo. Y una vez que ha probado la carne humana, tan dulce, tan sabrosa... un hambre diferente lo consume, voraz y salvaje.

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