Kingsport
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Lugar |
Nombre: Kingsport |
Situación: Massachusetts |
Tipo: Ciudad |
Pronunciación: - |
Tabla de contenidos |
Historia
Los primeros colos de Kingsport se asentaron en 1693 y eran granjeros y pescadores oriundos del sur de Inglaterra y de las islas del Canal, Guesney y Jersey. Los primeros asentamientos se concentraron en la orilla norte de la bahía, pero poco después aparecieron otros en el área entre Central Hill y el mar. Aunque al principio no era más que una diminuta aldea de pescadores autosuficients, Kingsport pronto se convirtió en un centro de construcción de barcos y eventualmente en un puerto de comercio de ultramar. El comercio inicial fue con Europa, pero cuando Inglaterracontinuó incrementando las tasas y las restricciones al comercio, los capitanes yanquis de Kingsport se vieron obligados a encontrar otros mercados. El comercio con las colonias del sur llevó a la exploración de las Indias Occidentales, y m mas tarde, con las Indias Orientales, China y África. Capinates como Ebenezer Tuttle, Stephen Hall y Absalom Pickering fueron capaces de hacer pequeñas fortunas y fundaron dinastías familiares que son influyentes aún hoy en día.
a finales del siglo diecisiete y principios del dieciocho, la pequeña aldea creció hasta ser una próspera ciudad, extendiéndose a lo largo de la bahía. La orilla sur fue la última en desarrolarse. Las mansiones de principios del siglo dienicueve que se construyeron allí rivalizaban con los viejos señoríos apiñados en torno a Central Hill. Central Hiell fue el lugar del primer centro de reunión de la ciudad, y luego albergó a la gran iglesia congregacionista que se erguía allí hasta principios del silo veitne. Seg´hn la riqueza marítima se vertía en la ciudad, el área justo al sur de Central Hill se convirtió en el principal distrito mercantil de la ciudad.
Durante la Guerra de Independencia, Kingsport fue un centro activo. Como puerto base de incontables corsarios, los marineros de Kingsport fueron responsables del hundimiento o la captura de más de cincuenta navíos ingleses. Esto, combinado con el hecho de que los barcos yanquis salían de los astilleros a un ritomo alarmante, hizo que el Rey Jorge enviara sus fuerzas contra la ciudad. En 1778, una pequeña flota de navíos de guerra británicos bloqueó la bahí de Kingsport y empezaron a cañonear la ciudad. Los barcos corsarios atracados en los muelles estaban atrapados e indefensos, y varios fueron destruidos por los cañoenes ingleses. Las tornas cambiaron cuando un astuto joven llamado Argus Blaine organizó un grupo de hombres para que transportaran varios cañones a los acantailados más bajos de la Cabeza de Kingsport. Apuntaron sus cañones a los navíos asediantes y los valientes habitantes de Kingsport fueron capaces de rechazar a los invasores. Los capitanes preparason sus barcos y salieron en persecución de los atacantes. Cuatro barcos de guerra ingleses fueron a pafar al fondo de la bahía, y tres más fueron capturados antes de que finalizara la batalla. Aunque Kingsport sufrió daños considerables, incluyendo la pérdida de nueve arcos, la Armada de Su Majestad no volvió a molestar a la ciudad. En Circle Court se puece encontrar una placa que conmemero el heroismo y la victoria de Angus Blaine. Insluco hoy en día se pueden encontrar ocasionalmente balas de cañón ingleses en las colinas, y una de esas reliquias puede verse empotrada en la pared del Edificio de Aduanas, un recuerdo de glorias pasadas.
Tras la guerra, la vida continuó más o menos como antes. Se hizo un breve intento de cambiar el nombre de la ciudad de Kingsport a Gergetown, pero los testarudos habitantes se negaron al cambio y el nombre de Kingsport ha permanecido hsatss hoy. Hacia finales de siglo, gran parte de Nueva Inglaterra se volcaba en la indrustria, anticipándose a la Revolusión INdustria que vendría. Kingsport, sin embargo, permanceció fiel al mar, dpendenindo casi exclusivamente de la pesca y el comercio marítimo como fuentes de ingreso.
El siglo diecinueve trajo consigo los primeros indicios de problas para el comercio marítimo. Numerosas restricciones respecto al comercio con las por aquel entonces belicosas neciones de Inglaterra y Freanica hicieron ilegal hascer negocios con ambos paises, y no pasó mucho tiempo antes de que toda Europa estuviera boajo embargo. Las condiciones empeoraron rápidamente hasta que el estallido de la Guerra de 1812 puso un fin definitivo a todo el tráfico maritimo. Un fuente bloqueo cerro el puerto, ahogando la vida de la ciudad y destruyendo la economía. Hubo algo de práctica de la piratería, pero se llevó a cabo en un miedo terrible frente a la armada ainglesa que superaba en número y pootencia de fuego a los pequeños barods de Kingsport. Muchos navíos se perdieron, junto con muchas fortunas, y hacia finales de año el comercio de Kingsport había entrado en un picado irremediable del que no se recuperaría.
La única incursión seria de Kingsport en la industrai fue realizada de la mano de Kirby Spencer, uan antiguo capitán de barcos paar la familia de Tuttle. Usando el dinero dque había obtenido en el comercio, abrió una pequeña fábrica de pinturas en una colina al sur dee la ciudad. La nueva compañia tuvo un éxito modesto. Con capital de otros inversoes locales, Spenser diversificó sus actividades, abriendo a continuación con una fábrica de pergamento junto a la de pintura. A pesar de esos éxitos ambas empresas siguen en actividad hoy en día. Kingsport se negó abandonar elmar, y el desarrollo industrial no continuó. En 1835 Kingsport perdió finalmente su estatus como puerto de entrada, terminando con e comercio de ultramar de la ciudad y limitando el tráfico maritimo a la costa de los eStados Unidos.
En 1842, Kingsport vio la fundación de una pqueña escuela, un instituo privado que recibió su nombre en honor a Eben Hall, el famoso funcionario público de la eciudad a principios del siglo dieciocho. Cinco años más tarde, se creó el primer periódico de Kingsport, el Chronicle, fundado por el isdustrialista Kirby Spenser. El periódico fue editado por Graham Blaine, el competente nieto del herod de la Guerra de Independencia.
Hacia mediados del siglo diecinueve, Kingsport se había convertio en una comunidad de constructores de barcos y pescadores. Pero la vida de pescador es muy dura, y mcuas vidas se han perido en la uria del mar. Una de las tragedias de ese tipo que se recuerdan con más frecuencia orucci`´o en el verano de 1842, cuando ocho pescadores de Kingsport perecieron durante una tormente repentina cerca de la costa de Innsmouth. Al oir rumores sobre las especturales capturad de peces que obtenían los habitantes de Innsmouth los de Kingsport decidieron tirar sus redes en esas aguas vecinas. Aparentemente la tomrenta golpeó sin aviso, destruyendo todos los botse y dejando un único supervivientes
La verdadera historia de Innsmouth
La verdadera historia de Innsmouth es conocida solamente por sus habitantes y unos cuantos forasteros. Hay rumores imprecisos que circulan por las localidades vecinas, y secretos terribles que son susurrados al lado de las chimeneas, pero nadie se imagina la verdad. La historia secreta de Innsmouth comienza en 1820, cuando una isla inexplorada al este de Otaheite (Tahití) es descubierta por el joven Capitán Obed Marsh, que se hallaba de viaje rumbo a China. Allí encontró una tribu de isleños, arreglándoselas para comerciar con ellos con el fin de obtener las extraordinarias joyas de aleación de oro que llevaban puestas. El Capitán Marsh sintió curiosidad por el origen de éstas (al resultar evidente que se encontraban más allá de de la capacidad de manufactura de los nativos), respondiéndole el jefe Walakea que les habían sido entregadas por los "dioses del mar," y que su gente podía conseguir todas las que quisiera.
Marsh nunca llegó a ver a los terribles dioses del mar de aquellos isleños, pero fue llevado por éstos a una isla cercana; una pequeña porción de tierra que, según afirmaban los nativos, había surgido desde el fondo del mar. Las ruinas de piedra tallada que Marsh encontró en aquella isla no se parecían a nada de lo que hubiera visto u oído hablar con anterioridad, y no quiso discutir la afirmación de Walakea de que se trataba de partes de la ciudad de los dioses del mar. Era allí donde los isleños practicaban sus degenerados ritos, ofreciendo sacrificios humanos a sus dioses del mar a cambio de pesca abundante, buen tiempo y las joyas de oro que los propios dioses fabricaban.
Marsh dejó las islas prometiendo regresar con más abalorios de cristal de los que gustaban a Walakea, llevando en su cofre personal oro por un valor superior al del resto del cargamento del barco. En su bolsillo llevaba varios discos de metal que le habían sido entregados por Walakea. Los "Profundos," como a veces llamaban los isleños a sus dioses, vivían por todo el mundo, y si Marsh arrojaba los discos cerca de una de sus ciudades submarinas, recitando el cántico que el jefe le había enseñado, subirían a la superficie en respuesta.
El Capitán Marsh negoció en secreto durante años con los isleños, siendo capaz de cualquier cosa para ocultar a otros comerciantes el lugar donde éstos se encontraban. El poder y riqueza de la familia Marsh aumentó incluso cuando disminuía el de otras familias. Al principio las joyas se vendían tal y como eran, pero cuando fueron muchas las preguntas acerca de su origen. Marsh compró la vieja fábrica Waite y la convirtió en la Compañía Marsh. Allí las joyas eran fundidas, se separaban las impurezas, y se vendía el oro puro en el mercado. Para encubrir sus operaciones, Marsh compró también montones de menas de baja calidad, falsificando los archivos como fuera necesario para justificar los beneficios. La familia Marsh continuó prosperando.
En 1838 el Capitán viajó de nuevo hasta su lugar secreto de comercio para encontrarse con el poblado destruido. Walakea y su tribu estaban muertos. Habían sido asesinados por alguna de las tribus vecinas que, como Marsh sabía, temían y aborrecían al pueblo de Walakea. La cercana isla de los dioses del mar estaba desierta, los altares de los nativos habían sido volcados, y el suelo estaba cubierto de piedras extrañamente marcadas que mostraban símbolos parecidos a esvásticas (otro tipo de Símbolo arcano). Desesperado, el Capitán regresó a casa sin el oro con que había contado.
La ciudad daba muestras de decadencia, a pesar de los éxitos de la familia Marsh. La industria mercantil estaba prácticamente muerta, y la pesca ya no era tan buena como solía. Incluso habían cerrado sus puertas algunas de las fábricas situadas a lo largo del Manuxet.
Fue entonces cuando Obed tramó un plan desesperado para rejuvenecer Innsmouth: intentaría ponerse en contacto con los Profundos haciendo uso de los discos que Walakea le diera hace años. Obed los arrojó al agua más allá del Arrecife del Diablo, murmurando suavemente el cántico que le había enseñado el jefe de los nativos. Poco después, unas formas surgieron de entre las olas. La ciudad de los Profundos bajo el Arrecife del Diablo se llama Y'ha-nthlei
Al principio los Profundos se contentaron con comerciar a cambio de cristal y baratijas de caucho, pero no tardaron mucho en pedir algo más. Éstos, al igual que los Profundos en los Mares del Sur, querían sus sacrificios: hombres y mujeres de la ciudad de Innsmouth.
En un intento por satisfacer las exigencias de los Profundos, Marsh comenzó a minar sutilmente la fe de sus conciudadanos, predicando contra un dios que no hacía nada para ayudar a su pueblo, e insinuando que él sabía de otro más dispuesto a atender las necesidades de sus devotos. Marsh mostró el poder práctico de su religión en forma de un mayor número de bancos de peces en la zona.
Tras haber sufrido décadas de recesión, mucha gente de Innsmouth comenzó a escuchar lo que el Capitán Marsh tenía que decir. Muchos volvieron la espalda a sus antiguas iglesias, y fueron más y más los que se unieron a la nueva, fundada por Marsh y algunos de sus seguidores. Esta nueva iglesia se llamaba Orden Esotérica de Dagón. A la mayoría de los ritos asistían todos los fieles, pero algunos eran realizados en secreto con la única presencia de Marsh y sus seguidores más leales.
En ocasiones llegó a advertirse la desaparición de algún ciudadano, pero no se le dio mucha importancia. La pesca iba en aumento, especialmente para aquellos iniciados en la Orden Esotérica de Dagón. Con la ilusión de participar de aquella riqueza, muchos ciudadanos se unieron a sus amigos en el culto de la nueva fe de Obed Marsh.
La iglesia congregacionalista, con su rebaño casi desaparecido, fue la primera en cerrar sus puertas. Poco después fue seguida por la iglesia metodista. La iglesia baptista resistió más, pero tras desaparecer misteriosamente el sacerdote, los fieles se disgregaron y el edificio también fue abandonado. En pocos años, la Orden Esotérica de Dagón controló por completo el aspecto espiritual de la ciudad. A lo largo de este periodo fueron muchas las desapariciones que quedaron sin resolver, si bien comenzó a rumorearse acerca de Marsh y sus seguidores (y también de qué sería lo que hacían más allá del Arrecife del Diablo en plena noche). Aunque algunos hablaron claro acerca de las desapariciones, la mayoría estaban dispuestos a ignorarlas. Las pruebas de la existencia de crímenes eran escasas o inexistentes, y muchos no deseaban arriesgar la prosperidad de la que disfrutaban.
Pero hubo aquellos que se opusieron enérgicamente a Marsh. Matt Eliot, que fuera antiguamente segundo de abordo en el Sumatra Queen de Marsh, tenía una idea de la verdadera naturaleza del horror que se cernía sobre la ciudad. En secreto, él fue el primero en advertir a los líderes religiosos del lugar acerca de los actos blasfemos de Marsh. Tras el cierre de las iglesias Eliot se volvió más elocuente, intentando conseguir la ayuda de John Lawrence. editor del periódico Innsmouth Courier(El Correo de Innsmouth). así como de otros miembros influyentes de la logia francmasonería de Marsh. Después de eso Eliot desapareció misteriosamente. Lawrence continuó publicando en contra de Marsh pero, irónicamente, los entonces escasos francmasones faltaron al pago de su préstamo y la logia fue comprada por el antiguo Capitán, trasladándole a ella la Orden Esotérica de Dagón.
En 1842 atraídos por la abundante pesca en las costas de Innsmouth una flotilla pesquera parte de Kingsport para faenar en las costas de Innsmouth. Ninguno de estos barcos regresó a puerto. El único superviviente Danny Houghton fue encontrado agarrado a un trozo de madera. Afirmó que un temporal hizo volcar la flotilla, ahogando a todos los pescadores. Hoy en día Danny Houghton aún vive, y si se le presiona puede contar una historia muy diferente sobre la desaparición de la flotilla pesquera.
En 1846 los que temían a Obed Marsh seguían siendo más numerosos que sus seguidores. Comenzaron a extenderse sobremanera los rumores acerca de innumerables secuestros, sacrificios humanos, y otras blasfemias demasiado terribles como para ser mencionadas. Una noche, un grupo de hombres siguió a Obed y los suyos hasta el Arrecife del Diablo. El resultado fue un pequeño tiroteo que terminó con la detención del Capitán Marsh y 32 de sus seguidores, siendo todos ellos encarcelados como sospechosos de asesinato y secuestro.
Pasaron dos semanas antes de que la gente de Innsmouth sufriese el desquite de los Profundos. Saliendo en tropel del puerto y nadando corriente arriba por el Manuxet, las horribles criaturas con cabeza de rana y pez, los dioses del mar de Walakea, se vengaron de la ciudad.
Asaltando la cárcel, liberaron a Obed y sus seguidores. A esto siguieron los disturbios y el derramamiento de sangre en las calles, una violencia que sólo se detuvo cuando la mitad de los ciudadanos habían muerto o desaparecido. Las oficinas del Innsmoulh Couier fueron destruidas, y su editor no fue vuelto a ver jamás. Los representantes electos o los policías no aliados a Obed fueron hallados sin vida, o desaparecieron sin dejar rastro. Obed tenía la ciudad en su puño. Reemplazando por hombres de su elección a los funcionarios asesinados, Marsh actuó con rapidez para asegurar que los ciudadanos supervivientes no contasen lo que había sucedido. Se divulgaron historias acerca de una extraña epidemia y unos disturbios, pero éstas no contenían detalles. Los pocos supervivientes temieron ir en contra de Obed, amenazados por la cercana presencia de las horribles criaturas marinas. En los años siguientes, muchos de ellos se unieron a la Orden Esotérica de Dagón, o fueron obligados a unirse.
La fisonomía de Innsmouth
Ni siquiera Marsh sospechaba qué sería lo siguiente que los Profundos exigiesen de Innsmouth. El Capitán se sintió conmocionado cuando le dijeron que querían aparearse con los humanos de la ciudad, de la misma forma que sus parientes habían hecho con el pueblo de Walakea en el Pacífico Sur.
Intentar oponerse no tenía ningún sentido; ahora eran ellos los que tenían la ciudad en su escamoso puño. El propio Marsh fue obligado a tomar una segunda esposa; una a la que se veía muy poco en público, si es que se la llegó a ver alguna vez. Otros ciudadanos fueron forzados a emparejarse nuevamente, hecho que dio lugar a una oleada de suicidios, especialmente entre la población femenina de la ciudad. Innsmouth se convirtió en un lugar donde alguien sabio no hacía preguntas, y por las noches se quedaba encerrado en casa.
Muchos de los niños nacidos en la ciudad después de esos sucesos mostraban lo que se llamó "la marca de Innsmouth:" los ojos saltones y llorosos, la boca ancha, la piel escamada, y el modo de arrastrar los pies al andar, que delataban la herencia de la sangre de los Profundos. A la larga, los afectados llegaban a empeorar de tal manera que se les obligaba a permanecer encerrados, lejos de la vista de la gente normal. Aunque al final se anunciaba su muerte, era raro el caso en que aquella tenía lugar de verdad. En vez de morir, los afectados, transformados por completo en Profundos, se marchaban al fondo del mar para vivir junto a sus primos. Eran los Híbridos de Profundo
Durante el resto del s. XIX, las gentes de Innsmouth continuaron con sus blasfemas costumbres, unos por elección y otros por obligación, por lo que se produjeron inevitablemente nuevos nacimientos de horrores híbridos. A veces, uno de estos individuos se casaba con alguien de una de las ciudades vecinas, pareciendo normal a ojos de su nueva familia, pero condenando para siempre a los hijos y nietos de tal unión. Obed Marsh gobernó Innsmouth como un auténtico dictador, usando la Orden Esotérica de Dagón como herramienta, pero obedeciendo siempre las órdenes de sus amos los Profundos. A los vecinos se les exigía que prestasen el Primer Juramento de Dagón. Otros eran escogidos y obligados a prestar los horrorosos Segundo y Tercero. Con su gente afectada por la endogamia y la decadencia, su espíritu destruido por la opresión y el horror, sus penas ahogadas en el alcohol y el olvido, y una economía vacilante, Innsmouth comenzó a morir lentamente.
Obed Marsh murió en 1878, dejando un legado de horror y degeneración que envenenó a sus conciudadanos generación tras generación. A medida que creció el número de híbridos, los pocos vecinos humanos fueron perdiendo las ganas de resistirse, y con los años la Orden Esotérica de Dagón relajó su puño. Ya no había necesidad de una aplicación estricta.
En 1928 hubo un intervención federal en Innsmouth. La mayor parte de los habitantes de Innsmouth fueron arrestados y en el Arrecife del Diablo se exploraron grandes explosivos.
Pocas cosas han cambiado en Innsmouth durante las últimas décadas. Su economía continúa en declive, y sus necesitados vecinos siguen aislados por culpa del maltrato al que les someten el terreno y los rumores. Las aguas cercanas al Arrecife del Diablo rebosan de bancos de peces, pero su valor se ha visto reducido por la competencia de la industria de producción en serie de Gloucester y otras ciudades. La Refinería de oro de Marsh continúa funcionando, pero solamente a una fracción de su antigua capacidad. Pocos forasteros visitan el lugar y la mayoría de los mapas y guías omiten siquiera mencionarlo. La única conexión de Innsmouth con el mundo exterior es el autobús conducido por Joe Sargent una de esas personas que tienen la Marca de Innsmouth. Muchos de los vecinos de Innsmouth disponen de servicios de gas y electricidad, pero también son muchos los que dependen de las lámparas y las chimeneas o estufas de leña. Hay servicio telefónico, pero los ciudadanos que disponen de uno propio son menos de la mitad. Para ahorrar dinero el alumbrado público se usa poco, y suele dejarse apagado las noches que hay claridad gracias a la luna. Los coches y camiones son bastante comunes, pero casi todos son viejos y están en malas condiciones. Los pescadores del lugar, con pocas excepciones, utilizan barcas de vela o de remos.
Es relativamente raro que haya visitantes en Innsmouth. Excursionistas, turistas, anticuarios y otros curiosos, paran de vez en cuando para ver la ciudad pero no suelen quedarse demasiado (y casi nunca a pasar la noche).
Relatos
- La sombra fuera del espacio (H.P.Lovecraft y Augusth Derleth)
¿Qué ocurrió, por ejemplo, en Innsmouth en el año 1928 para que el gobierno federal hiciese explotar grandes cargas en el Arrecife del Diablo, en la costa atlántica, cerca de esa ciudad? ¿Qué es lo que había en ese pueblo de la costa que dio lugar a la detención y consecuente desaparición de casi todos los ciudadanos? ¿Y qué lazo unía a los polinesios y a la gente de Innsmouth?
- Arcilla de Innsmouth (H.P.Lovecraft y Augusth Derleth)
Aparte las razones que hayan motivado esa acción federal, está el hecho indiscutible —y de mayor importancia para mí, como pronto verás— de que, coincidiendo con la operación de Innsmouth, aparecieron varios buques de guerra no muy lejos de la costa, en las cercanías del llamado Arrecife del Diablo, y allí ¡arrojaron numerosas cargas de profundidad! Las explosiones removieron de tal manera los fondos marinos que poco después las mareas fueron trayendo a la orilla toda clase de residuos
- El sello de R'lyeh (August Derleth)
Cierto día de agosto de 1797, el Cap. Obadiah Marsh, acompañado de su Primer Piloto Cyrus Alcott Phillips, comunicó que su barco, el Cory, había naufragado con toda su tripulación en las Marquesas. El Capitán y el Primer Piloto arribaron al puerto de Innsmouth en un bote de remos sin muestra alguna de sufrimiento ni fatiga, no obstante haber recorrido una distancia de varios miles de kilómetros en una embarcación prácticamente incapaz de realizar esa proeza. A partir de entonces, comenzó en Innsmouth una serie de sucesos que convirtieron al pueblo en un lugar maldito, en el curso de una generación. Surgió una raza extraña entre los Marsh y los Phillips, y cayó una maldición sobre sus descendencias. No se sabe de dónde salieron las mujeres que el Capitán y el Primer Piloto tomaron por esposas, pero dieron a luz una camada de seres endemoniados y prolíficos que nadie pudo contener, y contra la cual no me han valido mis plegarias al Señor
- El pescador del cabo del Halcón (August Derleth)
Según esos ancianos, en aquellos tiempos se habían celebrado algunas bodas entre hombres de Innsmouth y mujeres de las islas del Pacífico Sur; hablaban luego de extraños acontecimientos ocurridos en el mar, cerca de Innsmouth.