Por el Bien Común
De Wiki Cthulhu juego de Rol
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+ | Cuando el agente Gibson era pequeño y soñaba con ser policía, se había imaginado a sí mismo como un heroico defensor de la ley. Jamás se le pasó por la cabeza su gran parte de su trabajo sería... bueno, un auténtico peñazo. | ||
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+ | Como aquella misma noche, sin ir más lejos. Había acudido a uno de los distritos de la periferia en respuesta a una queja por ruidos: gritos en un callejón, extraños sonidos que parecían de animales. La anciana que había llamado estaba bastante alterada, creía que podía tratarse de algún rufián torturando a un gato. El agente Gibson había soltado un suspiro de resignación y le había dicho a su compañero, Tracey, que se quedase en el restaurante donde habían acampado para un largo turno de noche sin incidentes. No hacía falta que se personasen ambos, máxime teniendo en cuenta que a Tracey acababan de servirle las tortitas que había pedido. Seguro que, para cuando Gibson llegase al lugar de los hechos, el gato ya estaría muerto y el granuja se había marchado en pos de otra víctima para su afán destructivo. Luego se limitaría a redactar un informe y, con un poco de suerte, volver al restaurante antes de que Tracey engullera sus tortitas y la camarera pelirroja de generosa delantera acabase su turno. | ||
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+ | Pero cuando Gibson se aproximó al callejón, supo de inmediato que no se trataba de una queja común ni de un simple caso de maltrato animal. El corazón le dio un vuelco al captar el hedor que emanaba de la oscuridad; la bilis le subió a la garganta y jadeó con fuerza tratando de contener las arcadas. Había un cadáver en aquel callejón, y llevaba allí el tiempo suficiente para que el olor de la carne descompuesta se impusiera sobre la vulgar peste a basura y alcantarilla. | ||
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+ | Iluminó las sombras con su linterna (como era de esperar, las farolas cercanas estaban todas apagadas), y vislumbró algo que se apartaba rápidamente del haz de luz. Por lo visto el gato había sobrevivido después de todo. Si es que se trataba de un gato, porque le había parecido demasiado grande para un animal callejero. | ||
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+ | -¡Policía! Salga con las manos sobre la cabeza- exclamó en tono imperioso por si el rufián aún estaba al acecho entre las sombras. Pero en el callejón reinaba un silencio casi escalofriante que, de hecho, se había extendido a toda la calle. | ||
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+ | No hubo respuesta. El agente se tapó la nariz con una mano y se aventuró a entrar en las tinieblas del callejón; apenas dio una docena de pasos cuando estuvo a punto de tropezar y caer sobre el cadáver que yacía en el suelo. Algo que apenas le llegaba por la rodilla había pasado rozándole la pierna, provocándole n traspié y obligándole a apoyarse contra la pared de ladrillos para mantener el equilibrio. Condenado gato. | ||
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+ | Cuando dirigió el haz de su linterna hacia el cuerpo, no vio lo que esperaba. pertenecía a un varón, estaba desnudo y le faltaban varios trozos de carne en la mejilla, el muslo y el brazo; tenía una herida enorme en el estómago por la que se le habían desparramado las tripas, y su rostro estaba contraído en una expresión de terror. ya había visto eso antes, o al menos algo muy similar. Lo que le desconcertaba era el hecho de que el cadáver ni siquiera había empezado a pudrirse. ERa reciente. De hecho, como descubrió al tocar con cuidado el pecho aún intacto del difunto, todavía estaba caliente. | ||
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+ | Y pese a ello, el callejón entero estaba impregnado del intenso hechor de la putrefacción. | ||
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+ | bueno, pues debía de haber otro cadáver en algún rincón. Mientras escudriñaba el callejón en busca de siluetas recortadas contra el haz de su lintera,a el gato volvió a aparecer Era my grande y le pasaba algo raro en el pelaje, pues le pendía del cuerpo en extraños colgajos de aspecto húmedo y lustroso. pasó agazapado junto a Gibson, fue derecho hacia el torso del cadáver y, para repugnancia del agente de policía, se puso a devorar tranquilamente el rostro del muerto. | ||
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+ | -¡Zape, bicho! ¡Fuera!-grito al animal. El gato levantó la vista y lo miró directamente a los ojos, y Gibson quedó helado. | ||
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+ | Aquellos no eran ojos de gato. Eran humanos, o algo parecido. Relucían con un fulgor felino a la luz de la linterna del agente, pero su forma, aquella expresión de amenaza calculada, no eran propias de ningún gato que Gibson hubiera visto o imaginado jamás. | ||
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+ | La criatura se sentó sobre el cadáver sin apartar la mirada de Gibson y bostezó. El hedor que lo envolvió de repente hizo que comprendiese la verdad: el olor a carne podrida procedía del estómago de aquella bestia. El gato se relamió y volvió a abrir la boca de par en par. Cada vez más. Demasiado. De forma imposible, hasta que sus afilados dientes parecieron incluso más grandes que su cabeza. De sus cavernosas fauces brotó un sonido que Gibson no fue capaz de describir, pero que le atormentaría en sus pesadillas hasta el fin de sus días, un chillido que pareció desgarrar el aire, que no era un simple sonido, sino una violación de las leyes de la naturaleza. | ||
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+ | Gibson soltó la linterna y se cubrió los oídos. la linterna rodó hacia la oscuridad y se apagó, y Gibson supo que moriría esa noche, porque en la ausencia de aquel haz de luz artificial pudo ver más pares de ojos en las tinieblas, esos mismos ojos brillantes que eran demasiado humanos, ojos que se hacían cada vez más grandes a medida que las formas se acercaban a él. El hedor de la muerte resultaba abrumador. | ||
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+ | Y en ese momento un destello de luz rasgó la oscuridad. durante un instante, Gibson vio una silueta humana perfilada contra la luz, y oyó una voz, de mujer, que habló con un tono sereno, casi familiar, en una lengua que no había oído nunca antes. | ||
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+ | Sus palabras parecieron enfurecer a las bestias, que profirieron un aullido y, como un solo ser, se apartaron de Gibson, que había caído de rodillas junto a la pared, y se abalanzaron sobre la muer. El agente vio el destello de unas cuchillas en sus manos. La sangre hedionda y viscosa de las bestias le salpicó, y le ardió la piel allí donde había entrado en contacto con ella. Gibson levantó las manos para cubrirse la cara, y no llegó a ver cómo la mujer derrotaba ala jauría de ululantes bestias, aunque a través e la cacofonía de aullidos y chillidos aún alcanzó a oír el sonido de su voz, jadeante pero firme, mientras recitaba unas palabras que evocaron en Gibson el recuerdo de los versos en latín que oía en misa cuando era niño, aunque en cierto modo eras más ásperos y guturales. De algún modo, aquellas palabras contrarrestabas los gritos de los monstruosos felinos, como una suerte de antídoto oral para la ponzoña de sus menguantes chillidos. | ||
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+ | Y por fin se hizo el silencio; tan solo se oía el fuerte resuello de la mujer y los propios latidos del corazón de Gibson que le palpitaban en los oídos. | ||
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+ | -¿Está herido?-preguntó la mujer con voz brusca y algo ronca mientras se inclinaba hacia él. | ||
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+ | Gibson se oyó a sí mismo responder, como si estuviese muy lejos, que no lo estaba. | ||
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+ | -Entonces venga conmigo, agente. Le acompañaré hasta su coche. | ||
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+ | Como no hizo ademán alguno de levantarse, la mujer tiró de él hasta ponerlo en pie y, llevándolo casi a cuestas, lo sacó del callejón y lo ayudó a caminar hasta una farola que iluminaba tenuemente el pavimento. Allí Gibson pudo ver por fin claramente a su rescatadora. Era más joven de lo que pensaba. Vestía un curioso atuendo que parecía un cruce entre la túnica de un monte y un uniforme militar. La expresión de su rostro era sombría, decidida, inteligente, aun a pesar de las salpicaduras de sangre de las criaturas. La muchacha vertió el contenido de un franco en un pañuelo, se limpió la cara y las manos, y luego se lo ofreció para que hiciera lo mismo. | ||
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+ | -Límpiese todo lo que pueda, o le dejará marcas. Procure irse a casa y lavarse bien antes de que le queme a través de la ropa. Y va a necesitar un uniforme nuevo. | ||
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+ | -¿Qué eran esas cosas? | ||
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+ | Ella lo miró fijamente durante un largo instante, y Gibson adivinó un conato de sonrisa en su rostro. | ||
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+ | -Gatos-dijo al fin. | ||
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+ | El casi se rió. Casi. | ||
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+ | -¿Quien... qué... quién es usted? | ||
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+ | Ella se encogió de hombros. | ||
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+ | -Me llamo Grete Wagner-Blackwood. Mi trabajo consiste en proteger a la gente de... los gatos. Y de otras cosas-respondió. Luego hurgó en el interior de su túnica y sacó una tarjeta de visita. En ella figuraba su nombre y un número de teléfono, así como un símbolo que parecía una X sobre una P alargada y rodeada por unos caracteres que Gibson no pudo distinguir bien a la escasa luz de la farola-. Esta tarjeta se desintegrará en veinticuatro horas, agente, así que procure memorizar el número. Llámeme si se encuentra con más gatos. Si es que llega tan lejos. | ||
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+ | La mente de Gibson, que poco a poco empezaba a salir de su estupor, se llenó de preguntas: pero en cuanto abrió la boca para formularlas, ella negó con la cabeza. | ||
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+ | -Váyase e casa, agente. Tómese una copa. Tómese tres. Acuéstese y cuando despierte trate de convencerse de sí mismo de que todo esto no ha sido más que un mal sueño. Repítaselo hasta que se lo crea. Confíe en mí cuando le digo que... bueno... ¿cómo se lo diría?-volvió la vista atrás, hacia el callejón, y pareció visualizar en sus mentes el caos y la sanguinaria carnicería que ahora ocultaban las sombras-. Digamos que éste es un informe que no debería presentar jamás. | ||
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+ | Y nunca lo hizo. | ||
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Revisión actual
Tipo: Expansión de lujo |
Formato: LCG |
Fecha aparición: |
EEUU: |
Nombre ingles: |
España: 2014 |
Numeración: - |
Número cartas 165 (55x3) |
Tabla de contenidos |
Relato
Reglas nuevas
Cuando el agente Gibson era pequeño y soñaba con ser policía, se había imaginado a sí mismo como un heroico defensor de la ley. Jamás se le pasó por la cabeza su gran parte de su trabajo sería... bueno, un auténtico peñazo.
Como aquella misma noche, sin ir más lejos. Había acudido a uno de los distritos de la periferia en respuesta a una queja por ruidos: gritos en un callejón, extraños sonidos que parecían de animales. La anciana que había llamado estaba bastante alterada, creía que podía tratarse de algún rufián torturando a un gato. El agente Gibson había soltado un suspiro de resignación y le había dicho a su compañero, Tracey, que se quedase en el restaurante donde habían acampado para un largo turno de noche sin incidentes. No hacía falta que se personasen ambos, máxime teniendo en cuenta que a Tracey acababan de servirle las tortitas que había pedido. Seguro que, para cuando Gibson llegase al lugar de los hechos, el gato ya estaría muerto y el granuja se había marchado en pos de otra víctima para su afán destructivo. Luego se limitaría a redactar un informe y, con un poco de suerte, volver al restaurante antes de que Tracey engullera sus tortitas y la camarera pelirroja de generosa delantera acabase su turno.
Pero cuando Gibson se aproximó al callejón, supo de inmediato que no se trataba de una queja común ni de un simple caso de maltrato animal. El corazón le dio un vuelco al captar el hedor que emanaba de la oscuridad; la bilis le subió a la garganta y jadeó con fuerza tratando de contener las arcadas. Había un cadáver en aquel callejón, y llevaba allí el tiempo suficiente para que el olor de la carne descompuesta se impusiera sobre la vulgar peste a basura y alcantarilla.
Iluminó las sombras con su linterna (como era de esperar, las farolas cercanas estaban todas apagadas), y vislumbró algo que se apartaba rápidamente del haz de luz. Por lo visto el gato había sobrevivido después de todo. Si es que se trataba de un gato, porque le había parecido demasiado grande para un animal callejero.
-¡Policía! Salga con las manos sobre la cabeza- exclamó en tono imperioso por si el rufián aún estaba al acecho entre las sombras. Pero en el callejón reinaba un silencio casi escalofriante que, de hecho, se había extendido a toda la calle.
No hubo respuesta. El agente se tapó la nariz con una mano y se aventuró a entrar en las tinieblas del callejón; apenas dio una docena de pasos cuando estuvo a punto de tropezar y caer sobre el cadáver que yacía en el suelo. Algo que apenas le llegaba por la rodilla había pasado rozándole la pierna, provocándole n traspié y obligándole a apoyarse contra la pared de ladrillos para mantener el equilibrio. Condenado gato.
Cuando dirigió el haz de su linterna hacia el cuerpo, no vio lo que esperaba. pertenecía a un varón, estaba desnudo y le faltaban varios trozos de carne en la mejilla, el muslo y el brazo; tenía una herida enorme en el estómago por la que se le habían desparramado las tripas, y su rostro estaba contraído en una expresión de terror. ya había visto eso antes, o al menos algo muy similar. Lo que le desconcertaba era el hecho de que el cadáver ni siquiera había empezado a pudrirse. ERa reciente. De hecho, como descubrió al tocar con cuidado el pecho aún intacto del difunto, todavía estaba caliente.
Y pese a ello, el callejón entero estaba impregnado del intenso hechor de la putrefacción.
bueno, pues debía de haber otro cadáver en algún rincón. Mientras escudriñaba el callejón en busca de siluetas recortadas contra el haz de su lintera,a el gato volvió a aparecer Era my grande y le pasaba algo raro en el pelaje, pues le pendía del cuerpo en extraños colgajos de aspecto húmedo y lustroso. pasó agazapado junto a Gibson, fue derecho hacia el torso del cadáver y, para repugnancia del agente de policía, se puso a devorar tranquilamente el rostro del muerto.
-¡Zape, bicho! ¡Fuera!-grito al animal. El gato levantó la vista y lo miró directamente a los ojos, y Gibson quedó helado.
Aquellos no eran ojos de gato. Eran humanos, o algo parecido. Relucían con un fulgor felino a la luz de la linterna del agente, pero su forma, aquella expresión de amenaza calculada, no eran propias de ningún gato que Gibson hubiera visto o imaginado jamás.
La criatura se sentó sobre el cadáver sin apartar la mirada de Gibson y bostezó. El hedor que lo envolvió de repente hizo que comprendiese la verdad: el olor a carne podrida procedía del estómago de aquella bestia. El gato se relamió y volvió a abrir la boca de par en par. Cada vez más. Demasiado. De forma imposible, hasta que sus afilados dientes parecieron incluso más grandes que su cabeza. De sus cavernosas fauces brotó un sonido que Gibson no fue capaz de describir, pero que le atormentaría en sus pesadillas hasta el fin de sus días, un chillido que pareció desgarrar el aire, que no era un simple sonido, sino una violación de las leyes de la naturaleza.
Gibson soltó la linterna y se cubrió los oídos. la linterna rodó hacia la oscuridad y se apagó, y Gibson supo que moriría esa noche, porque en la ausencia de aquel haz de luz artificial pudo ver más pares de ojos en las tinieblas, esos mismos ojos brillantes que eran demasiado humanos, ojos que se hacían cada vez más grandes a medida que las formas se acercaban a él. El hedor de la muerte resultaba abrumador.
Y en ese momento un destello de luz rasgó la oscuridad. durante un instante, Gibson vio una silueta humana perfilada contra la luz, y oyó una voz, de mujer, que habló con un tono sereno, casi familiar, en una lengua que no había oído nunca antes.
Sus palabras parecieron enfurecer a las bestias, que profirieron un aullido y, como un solo ser, se apartaron de Gibson, que había caído de rodillas junto a la pared, y se abalanzaron sobre la muer. El agente vio el destello de unas cuchillas en sus manos. La sangre hedionda y viscosa de las bestias le salpicó, y le ardió la piel allí donde había entrado en contacto con ella. Gibson levantó las manos para cubrirse la cara, y no llegó a ver cómo la mujer derrotaba ala jauría de ululantes bestias, aunque a través e la cacofonía de aullidos y chillidos aún alcanzó a oír el sonido de su voz, jadeante pero firme, mientras recitaba unas palabras que evocaron en Gibson el recuerdo de los versos en latín que oía en misa cuando era niño, aunque en cierto modo eras más ásperos y guturales. De algún modo, aquellas palabras contrarrestabas los gritos de los monstruosos felinos, como una suerte de antídoto oral para la ponzoña de sus menguantes chillidos.
Y por fin se hizo el silencio; tan solo se oía el fuerte resuello de la mujer y los propios latidos del corazón de Gibson que le palpitaban en los oídos.
-¿Está herido?-preguntó la mujer con voz brusca y algo ronca mientras se inclinaba hacia él.
Gibson se oyó a sí mismo responder, como si estuviese muy lejos, que no lo estaba.
-Entonces venga conmigo, agente. Le acompañaré hasta su coche.
Como no hizo ademán alguno de levantarse, la mujer tiró de él hasta ponerlo en pie y, llevándolo casi a cuestas, lo sacó del callejón y lo ayudó a caminar hasta una farola que iluminaba tenuemente el pavimento. Allí Gibson pudo ver por fin claramente a su rescatadora. Era más joven de lo que pensaba. Vestía un curioso atuendo que parecía un cruce entre la túnica de un monte y un uniforme militar. La expresión de su rostro era sombría, decidida, inteligente, aun a pesar de las salpicaduras de sangre de las criaturas. La muchacha vertió el contenido de un franco en un pañuelo, se limpió la cara y las manos, y luego se lo ofreció para que hiciera lo mismo.
-Límpiese todo lo que pueda, o le dejará marcas. Procure irse a casa y lavarse bien antes de que le queme a través de la ropa. Y va a necesitar un uniforme nuevo.
-¿Qué eran esas cosas?
Ella lo miró fijamente durante un largo instante, y Gibson adivinó un conato de sonrisa en su rostro.
-Gatos-dijo al fin.
El casi se rió. Casi.
-¿Quien... qué... quién es usted?
Ella se encogió de hombros.
-Me llamo Grete Wagner-Blackwood. Mi trabajo consiste en proteger a la gente de... los gatos. Y de otras cosas-respondió. Luego hurgó en el interior de su túnica y sacó una tarjeta de visita. En ella figuraba su nombre y un número de teléfono, así como un símbolo que parecía una X sobre una P alargada y rodeada por unos caracteres que Gibson no pudo distinguir bien a la escasa luz de la farola-. Esta tarjeta se desintegrará en veinticuatro horas, agente, así que procure memorizar el número. Llámeme si se encuentra con más gatos. Si es que llega tan lejos.
La mente de Gibson, que poco a poco empezaba a salir de su estupor, se llenó de preguntas: pero en cuanto abrió la boca para formularlas, ella negó con la cabeza.
-Váyase e casa, agente. Tómese una copa. Tómese tres. Acuéstese y cuando despierte trate de convencerse de sí mismo de que todo esto no ha sido más que un mal sueño. Repítaselo hasta que se lo crea. Confíe en mí cuando le digo que... bueno... ¿cómo se lo diría?-volvió la vista atrás, hacia el callejón, y pareció visualizar en sus mentes el caos y la sanguinaria carnicería que ahora ocultaban las sombras-. Digamos que éste es un informe que no debería presentar jamás.
Y nunca lo hizo.
Baja resolución
La Agencia | ||
F1 Interrogator | F2 Supernatural Investigator | F3 Overworked Bureaucrat |
F1 Interrogador | F2 Investigadora de lo Sobrenatural | F3 •Burócrata Saturado de trabajo |
F4 Officer Gibson | F5 Relentless Stalker | F6 Dr. Christine Marie |
F4 Agente Gibson | F5 Acechador Implacable | F6 Doctora Christine Maire |
F7 Intelligence Agent | F8 King John | F9 Keen-eyed Detective |
F7 Agente de Inteligencia | F8 •King John | F9 Detective Perspicaz |
F10 Warrant Officer | F11 Peerless Tracker | F12 Grete Wagner |
F10 Suboficial | F11 Rastreador Insuperable | F12 •Grete Wagner-Blackwood |
F13 Crooked Cop | F14 Veteran Monster Hunter | F15 Attaché |
F13 Policía Corrupto | F14 Cazador de Monstruos Veterano | F15 Agregada Militar |
F16 •Lieutenant Wilson Stewart | F17 Karl Heinrich | F18 •General Edward Irving |
F16 •Teniente Wilson Steward | F17 •Karl Heinrich | F18 •General Edward Irving |
F19 •Hunters of Ardenne | F20 The Foundation | F21 Snowmobile |
F19 •Cazadores de las Ardenas | F20 •La Fundación | F21 Motonieve Cubierta |
F22 By the Book | F23 Under Surveillance | F24 •St. Hubert’s Key |
F22 Según el Procedimiento | F23 Bajo Vigilancia | F24 •Llave de San Huberto |
F25 Armored Car | F26 Motor Pool | F27 Red Tape |
F25 Coche Blindado | F26 Parque Móvil | F27 Papeleo |
F28 Bending the Rules | F29 Mano-a-Mano | F30 All-Points-Bulletin |
F28 Saltarse las Normas | F29 Uno contra Uno | F30 Orden de Busca y Captura |
F31 Raid! | F32 The Usual Suspects | F33 The Great Work |
F31 Redada Policíal | F32 Los Sospechosos Habituales | F33 La Gran Obra |
F34 The Anderson Building | F35 The Blackwood Initiative | |
F34 El Edificio Anderson | F35 La Iniciativa Blackwood | |
Neutral | ||
F36 •Iod | F37 Tommy Gun | F38 Ice Storm |
F36 •Iod | F37 Metralleta | F38 Tormenta de Hielo |
Cthulhu | ||
F39 •Caleb Orison | F40 Non-Euclidean Geometry | |
F39 •Caleb Orison | F40 Geometría No Euclidiana | |
Hastur | ||
F41 Bedlam Boys | F42 Under the Yellow Sign | |
F41 Mendigos Locos | F42 Bajo el Signo Amarillo | |
Universidad de Miskatonic | ||
F43 •Jeremiah Kirby | F44 Excavation Site | |
F43 •Jeremiah Kirby | F44 Yacimiento Arqueológico | |
Shub-Niggurath | ||
F45 Restless Mi-Go | F46 Lit by Death-Fire | |
F45 Mi-Go Incansable | F46 La Luz del Fuego de la Muerte | |
Logia del Crepúsculo de Plata | ||
F47 Sgt. Logan Terry | F48 •Sir Jon Scott | F49 •August Lindquist |
F47 •Sargento Logan Terry | F48 •John Scott | F49 •August Lindquist |
F50 Deciphered Reality | F51 Sigil of Doom | |
F50 Realidad Descifrada | F51 Sello Mortal | |
El sindicato | ||
F52 Escaped Convict | F53 On the Take | |
F52 Preso Fugado | F53 Dinero para Untar | |
Yog-Sothoth | ||
F54 Obsessive Elder Thing | F55 Tear in Time | |
F54 Antiguo Obsesivo | F55 Brecha en el Tiempo | }
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