Ludvig Prinn

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Descripción

También conocido como Ludwig Prinn. Hechicero cuya obra más famosa es el libro De Vermis Mysteriis. Se dice que Prinn era hijo de unos delegados de comercio flamencos que visitaban Constantinopla. Posteriormente, él afirmó que llevaba siglos viviendo, y que era el único superviviente de la Novena Cruzada; aunque es cierto que entre los registros de dicha cruzada existe una mención a un Ludvig Prinn, su afirmación probablemente carece de fundamento.

Independientemente de que sus relatos de pasadas hazañas fueran falsos o no, hay que destacar que Prinn realizó muchos viajes por todo el mundo durante su época. Pasó varios años cautivo de los brujos sirios en la Jebel Ansariya, aprendiendo de sus contactos con los djinn. También viajó a Alejandría, habló supuestamente con los sacerdotes del Faraón Negro Nefrén-Ka, y moró durante algún tiempo en las ruinas de la ciudad de Corazeín, en el Mar de Galilea.

Al final de su vida, Prinn regresó a su hogar en la campiña flamenca y residió primero en Brujas, después en Gante y , por último, en una tumba prerromana en un bosque cercano a Bruselas. En los pueblos cercanos, muchos aseguraban que aquel excéntrico ermitaño tenía tratos con familiares invisibles. En 1540, Prinn fue apresado por la Inquisición romana bajo el cargo de hechicería; no está claro si esto se debió a los rumores mencionados o a su simpatía con la religión musulmana.

Mientras estaba preso, Prinn escribió el libro De Vermis Mysteriis. De algún modo, logró que en la oscuridad de la noche el libro sorteara la vigilancia a la que era sometido, ay así pudiera ser publicado. Poco después fue ejecutado.

Habilidades

Hechizos


Relatos

Existe la prueba tangible, en forma de notas marginales, de que estudié con minuciosidad libros como Cultes des Goules del Conde d'Erlette , De Vermis Mysteriis de Ludvig Prinn, Unaussprechlichen Kulten de Von Junzt, los fragmentos que se conservan del extraño Libro de Eibon , y el temido Necronomicón del árabe loco Abdul Alhazred. También es innegable que durante el período de mi singular mutación se apreció el desarrollo de una nueva y siniestra actividad de los cultos clandestinos.

El propio Blake había leído algunos de ellos: una versión latina del execrable Necronomicon, el siniestro Liver Ivonis, el abominable Cultes des Goules del Conde d'Erlette , el Unaussprechlichen Kulten de Von Junzt, el infernal tratado De Vermis Mysteriis de Ludvig Prinn. Había otros muchos, además; unos los conocía de oídas y otros le eran totalmente desconocidos, como los Manuscritos Pnakóticos, el Libro de Dzyan, y un tomo escrito en caracteres completamente incomprensibles

Además de estas interesantes notas, había diagramas de lo que parecían ser extrañísimas operaciones y cuya naturaleza no comprendía en ese momento. Aparentemente habían sido copiados de antiguos textos, entre ellos una obra de Ludvig Prinn, titulada De Vermis Mysteriis, frecuentemente citada como fuente de referencias y que me era también totalmente desconocida. Las operaciones en sí mismas sugerían una raison d’être demasiado aterradora para poder aceptarla; una de ellas, por ejemplo, cuyo propósito era estirar la piel, consistía en realizar muchas incisiones para «permitir el crecimiento

Yo me marché apresudaramente con mi precioso botín debajo del brazo. ¡Lo que había encontrado! Ya tenía referencias del libro. Su autor era Ludvig Prinn, y había perecido en la hoguera inquisitorial, en Bruselas, cuando los juicios por brujería estaban en su apogeo. Había sido un personaje extraño, alquimista, nigromante y mago de gran reputación; alardeaba de haber alcanzado una edad milagrosa, cuando finalmente fue inmolado por el fiero poder secular. De él se decía que se proclamaba el único superviviente de la novena cruzada, y exhibía como prueba ciertos documentos mohosos que parecían atestiguarlo. Lo cierto es que, en los viejos cronicones, el nombre de Ludvig Prinn figuraba entre los caballeros servidores de Monserrat, pero los incrédulos lo seguían coniderando como un chiflado y un impostor, a lo sumo descendiente de aquel famoso caballero. [...] Aún se conservan manuscritos que dicen , en forma un tanto evasiva, que era asistido por "compañeros invisibles" y "servidores enviados de las estrellas" [...] Y fue durante su prisión, mientras aguardaba la sentencia, cuando escribió ese texto morboso y horrible, De Vermis Mysteriis, conocido hoy por los Misterios del Gusano. Nadie se explica como pudo lograrlo sin que los guardianes lo sorprendieran; pero un año después de su muerte, el texto fue impreso en Colonia

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